Una errante Un perdido (Inefable 2)

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Los dos meses siguientes pasaron volando, Augusto estaba que no cabía en la dicha, todo estaba resultando tan bien que lo único que empañaba su alegría eran esos constantes mareos que le anunciaban que su salud seguía en constante deterioro. Llegaría un punto donde no habría manera de seguir ocultando su inevitable pronta partida.

Anabel consiguió ser designada al colegio de Santa Lucía, se mostraba dichosa, aunque a ella le encantaría irse a vivir otro sitio del país, tal vez a algún lugar cerca del mar o la ciudad. De igual manera se sentía feliz ya no dependería económicamente de sus padres y al igual que sus hermanos empezaría a labrar su propio destino.

Marissa, empaco sus pertenecías más importantes, su nombramiento se hizo efectivo en menos tiempo del que esperó, y ahora allí estaba ella rodeada de cajas de cartón eligiendo lo que llevaría a Santa Lucía. Su guardarropa quedó casi intacto, en su pueblo no sería de utilidad la ropa que tenía para su diario vestir en la capital. Tendría que ir a comprar ropa nueva, pantalones de mezclilla, abrigos, botas, bufandas y boinas. Ropa abrigada, las temperaturas allí eran lo suficientemente bajas como para hacerle sentir hipotermia sino se vestía de forma correcta. 

Luisa organizaba una fiesta para recibir a su hija con bombos y platillos. Aunque a decir verdad solo asistirían los amigos más cercanos y uno que otro socio de Augusto.

En ese pueblo se celebraba por todo y por nada. Cualquier suceso era un buen motivo para levantar un festejo.

Raúl se encontraba en una encrucijada, le habían enviado la invitación a la cena que su actual socio organizaba en honor de sus hijas. Raúl arrugo la frente, ¿Qué podría estar celebrando la familia Horly, que mereciera la pena su asistencia y realmente estaría Marissa presente? De ser así sus casi nulas ganas de asistir se reducían a cero.

Lucas entro al despacho encontrando a Raúl ensimismado en sus pensamientos. Esté levantó la vista y con un ademán de mano le pidió que tomará asiento.

—¿Tienes idea de que se trata o qué celebran? —preguntó extendido la tarjeta para que Lucas la mirase.
Lucas movió la cabeza negando, después de leer la invitación que su jefe le mostraba.

—¿Piensas ir? —después de analizarlo unos segundos Raúl se encogió de hombros y respondió.

—No quisiera... Ya veremos si me animó.

Lucas sonrió, bien sabía que su patrón era un tanto ermitaño, casi podría jurar que no iría a la dichosa cena. Entablaron una larga discusión respecto al manejo de un capital previsto para el inició del proyecto TAVHOR S.A nombre que le habían dado a la sociedad que compartía con Augusto.
Lucas había viajado en dos ocasiones a la capital en compañía del abogado de Augusto. El proyecto ya empezaba a ponerse en marcha. TAVHOR S.A consistía en la creación de un gran hotel y parador turístico, era prácticamente lo mismo que en un principio Raúl tenía planeado solo que en sociedad con la hacienda Horly lo que él tenía visualizado como un pequeño proyecto, ahora se había convertido en algo grande y ambicioso. Era una apuesta alta la que estaban por lanzar, donde él tenía poco que perder en todo caso la inversión que él haría era la que tenía presupuestada en su plan original, en cambio Augusto apostó todo incluso su propia hacienda y hogar. Él no lo hubiese apoyado en tal jugada de no ser porque él y su equipo de trabajo ya habían realizado un análisis de los pro y contras de dicho proyecto, resultando ser una excelente alternativa para invertir. Ya las cartas estaban tiradas y solo quedaba trabajar con empeño y encomendar al cielo que todo saliera bien.