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Roberto la observó detenidamente, él siempre sintió atracción por ella, Marissa era una de las mujeres más atractivas que había tenido el placer de conocer

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Roberto la observó detenidamente, él siempre sintió atracción por ella, Marissa era una de las mujeres más atractivas que había tenido el placer de conocer. Aún no lograba entender la mente humana, entre más la estudiaba más se sorprendía de las locuras que se puede ser capaz de cometer. ¿Quién en su sano juicio cambiaría una mujer como la que acababa entrar a su consultorio por una jovencita hormonal e inmadura?... Él hubiese respondido que nadie, de no ser testigo de la tonta jugada que hizo el exesposo de Marissa. Su mejor amigo Alex Johnson.

Marissa guardo en su cartera el aparato por el cual mantenía una conversación telefónica y le regalo la más dulce de todas sus sonrisas.

Después del respectivo saludo, cada uno se acomodó en la silla correspondiente, paciente doctor.

—Roberto sabes que te tengo en alta estima, te considero un excelente profesional y un gran amigo. —empezó diciendo Marissa

—¡Caramba!, una palabra más y se me rompe la camisa —bromeó Roberto—. Realmente me halaga que tengas ese concepto de mí y créeme que el sentimiento es recíproco —no tenía la más remota idea del porqué ella lanzó esa serie de halagos, pero claramente se dejaba ver que estaba sumamente nerviosa y de algún modo tenía que ayudarla a relajarse.

—Bueno al grano —soltó ella en voz alta, Roberto dio un ligero cabeceó que Marissa no vio, pues había cerrado los ojos tratando de concentrarse—. Siempre he dejado que la inseguridad triunfe sobre mis pensamientos, ese es mi más grande defecto y soy consciente de ello, pero ni aún así logró deshacerme de ese problema. —Roberto la escucho en silencio, sin perder detalles de sus palabras y gestos.

Marissa continuó hablando mientras el doctor solamente la interrumpió para hacer ciertas preguntas, nada fuera de lo básico era la primera cita de varias que proseguirían y no tenía intención de buscar más información de la que ella estuviese dispuesta a dar en esta primera ocasión.

Los cuarenta y cinco minutos pasaron demasiado rápido para Roberto que sentía la gran necesidad de seguir indagando sobre los miedos que llevaron a su paciente a buscar ayuda. En cambio para Marissa el tiempo era lo de menos, lo único rescatable de esa primera cita fue que ella se atrevió a admitir en voz alta que tenía un problema.

Se despidió de Rob y fue directo a su propio consultorio el único lugar donde se sentía segura, donde podía actuar como la profesional que era, donde todos a su alrededor la miraban con respeto, donde simplemente era: La Doctora Marissa Horly.

A media mañana apareció Siria con su característica sonrisa con la que daba la impresión de iluminar todo por donde pasaba.

—¿De cuantos secretos más me privas?— acusó, sin antes saludar. Marissa la miro sorprendida, realmente la agarró fuera de base con la escueta pregunta que acaba de lanzar—. No me mires así, que bien sabes que me refiero al galán de cine que llevabas del brazo anoche —señaló acercándose a ella para intercambiar un breve saludo.

Una errante Un perdido   (Inefable 2)Où les histoires vivent. Découvrez maintenant