CAPÍTULO CINCO: UN GRITO A LA LUNA

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Mireia cerró los ojos pasando sus dedos por el vientre abultado, masajeó aquella parte tan adolorida y abrió las piernas por completo y se inclinó hacia adelante. En aquellos momentos estaba segura que Gokan hubiera estado a su lado calmando el dolor y sonriendo porque su primer cachorro llegaría junto con la luna. Ella lo extrañaba tanto, cada día se había convertido en tormento para salir adelante, perder a su compañero de vida la estaba consumiendo con lentitud.

Un compañero era para toda la vida, un ser que estaba acoplado a ti y que se amarían siempre. ¿Cómo salir adelante si la razón de su vida se iba con lentitud? lo amaba y lo extrañaba. Cada noche era envuelta en pesadillas donde él estaba a su lado, sonriendo mientras que aquellos ojos rasgados brillaban con intensidad cuando la veía, Gokan parecía hecho para ella y aunque al principio sus caminos no se debían cruzar terminaron enamorados y Mireia no se arrepentía.

Sus padres se habían casado porque sus padres así lo quisieron, pero ella desde muy joven sabía que quería encontrar el amor, aquella persona que hiciera sus días más hermosos, que la amaran con tanta intensidad que sus propios corazones latieran al mismo tiempo. Cuando su padre le dijo que contraería matrimonio con un líder del que solo escuchaba cosas malas, pensó en huir pero su padre no se lo permitió, pero el destino tenía una jugada perfecta para ella y no pudo estar más que feliz. Mireia quería a Gokan, su corazón lo había elegido sobre todos y sobre Gorkan. Y aunque al principio el líder se había negado al final había aceptado esa unión, la hembra no ignoraba que Gorkan la amaba, tampoco que daría todo por ella pero la mujer no daría nada por él. No podía amarlo porque su corazón le pertenecía únicamente a Gokan.

— ¿Mejor? —preguntó Goliat pasándole una taza de agua de menta, ella asintió agradecida dándole un sorbo sintiendo como sus músculos se relajaban rápidamente. El menor de ellos le sonrió y se sentó a su lado rozando sus dedos ásperos por su vientre expuesto de ella, rió cuando su cachorro se movió con violencia—. ¡Ya quiere salir!

—Está algo apurado —bromeó la hembra manteniendo los ojos cerrados y la cabeza inclinada. Goliat era un joven lobo afable y desde que Gokan ya no estaba era quien se ocupaba de ella, quien la mantenía segura y quien tocaba su vientre cuando su cachorro pateaba con fuerza. Gorkan venía siempre, la cuidaba y le traía comida pero ella terminaba rechazándola al igual que al líder, su solo presencia provocaba que sus nervios chispearan, y tampoco lo quería cerca. El lobo le provocaba miedo y sentimientos oscuros—. Dudo que alguna hembra quiera salir preñada, duele mucho.

—Es porque tu cuerpo humano es frágil, debes parir trasformada o te harás daño o en todo caso a él —señaló Goliat pasando sus dedos por su cabello claro y largo—. Te traeré algo de comida, debes alimentarte ¿Si?

—No tengo hambre.

—Estás muy débil Mireia, el cachorro necesita fuerza y tú se la niegas ¿Qué sucede?

—Extraño a Gokan.

—Todos lo extrañamos, perderlo fue lo más difícil —señaló poniéndose de pie caminando hacia la ventana de carrizo que Gokan había construido para él y su compañera, la abrió y miró como el atardecer se hacía presente. Muchos se preparaban para salir de caza y las mujeres recién terminaban de cocinar mientras que los cachorros corrían de un lado a otro—. Gorkan va a matarla, él se las tiene juradas.

— ¿Crees que pueda?

—Sí, Gorkan y Gorius son los más fuerte de todas las manadas.

—No quiero que también caigan en las garras de la humana, ella es tan cruel.

—No caerá, Gorkan acabará con caperucita roja —masculló entre dientes, se quedó de pie por largo rato, tratando de calmar su ira, cuando estuvo más tranquiló se giró y le regaló una sonrisa de labios cerrados. La mujer se quejó llevando sus manos a su vientre para después verlo y hacer una mueca—. ¿Qué sucede?

LA CAPERUZA DEL LOBO © (I HDH)Where stories live. Discover now