CAPÍTULO TREINTA Y DOS: ¿QUÉ HAS HECHO?

1.4K 175 99
                                    

Quiero que vean bien el booktrailer, con detenimiento y luego lean el capítulo. 


Los lobos le aúllan a la luna,

Los leones al sol

Y lo traidores le suplican a Dios.

Gorkan soltó el aire contenido y pasó sus manos por su cabello con molestia, miró alrededor con cuidado y luego salió del castillo encontrándose con el grupo de criaturas que partirían con él, hace unas horas habían llegado avisar sobre las muertes de los guerreros y que lo esperaba ahí, él estaba enfurecido y deseó ir inmediatamente pero Gorius le advirtió que podía ser alguna trampa, y le creía, ahora más que nunca no debían confiar en cualquiera.

Sintió rabia, estaba enfurecido, su padre había considerado al humano, al rey Humberto como un amigo y este no se había tardado en apuñarla a los suyos, abriendo las puertas que los matarían a todos hasta acabarlos. ¿Cómo alguien podía hacer eso? Él mismo quería ir a su reino y matarlo, mostrarle que si debía temerle a las bestias, que debía sentir mucho miedo por los suyos, porque acabaría con todos, sin importar que fueran inocentes. Gorkan no tenía la amabilidad de Goliat, y mucho menos el corazón de Gorius, él no perdonaba, y si tenía que matar a muchos inocentes para vengarse: lo haría. No era ni malo y mucho menos bueno, él solo debía proteger a los suyos.

Apretó el collar que había permanecido a su padre y luego bajó la vista al anillo, grande y pesado como sus dedo y lo acercó a su boca dejando un beso ahí con rapidez. Apretó los labios y quitándose la camisa avanzó hacía los demás, iba descalzo y solo unos pantalones cubrían su cuerpo. Gorius estaba ahí vistiendo igual que él, pero de espalda se veía más aterrador, pero sabía muy bien cuan afectado salía cuando debía matar para proteger. Blazz y Sigurd también irían, ambos llevaban un tapa rabos negro, el del líder osos más largo, por lo general ambas especies solían vestir así, les daba libertad para convertirse y luchar.

Nadie más iría, los demás líderes se quedarían en el reino a la espera de los reyes, quienes ya venían provocando así la intranquilidad del líder de Hierro fuera mayor. Cuando los cuatro lideras ya estuvieron listos con sus mejores guerreros, las puertas fueron abiertas, las hembras se despedían y fue Geiat que con el corazón en la mano se acercó a ambos hermanos, haciéndoles prometer que volvieran, que si las cosas se ponían malas, huyeran aunque la joven muy en el fondo sabía perfectamente que esa no era la ley de sus hermanos. Mireia con Basil también se acercó, Gorkan con dulzura besó la cabeza del cachorro y le prometió enseñarle a cazar y a la mujer de su hermano volver, era una promesa y no la rompería. Liana aun no despertaba lo cual también le preocupaba, antes de salir había partido a verla pero seguía igual, ninguna mejoría.

¿Qué había pasado aquella criatura tan pequeña?

Fuego lo acompañaría pero mayor fue su sorpresa cuando la hermana de su amigo estaba ahí con su arco y una sonrisa en los labios, Gorkan miró a su amigo y este gruñó molesto alejándose de ahí.

—Eireny hija de nadie ¿No? —Inquirió el lobo y la joven inclinó su cabeza en señal de respeto con su rey—. ¿Qué haces aquí?

—Voy a luchar con mi rey, a su par —el líder chasqueó los dedos y negó—. No veo hembras entre sus guerreros mi rey, ¿Nos considera débiles?

—Si las considerara débiles a las hembras, yo no dejara que mi hermana saliera de caza —siseó entre dientes Gorkan, inclinándose hacia el rostro de la joven, impresionante fue que no oliera su miedo. Nada—. Apenas te conozco, necesito a mis guerreros de confianza.

LA CAPERUZA DEL LOBO © (I HDH)Where stories live. Discover now