CAPÍTULO CUARENTA Y CUATRO: LA CORDURA DE GARIOT

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El verdadero rey ha levantado su puño y ha gruñido,

El rey De Hierro ha mirado a su leona y a sus cachorros,

El rey ha jurado proteger a los suyos,

¿Pero quién protege al rey Gariot De Hierro?

Gorius tomó una de las cintas negras que descansaba en la cama y se la colocó en el cabello, recogiendo una parte de las hebras para que no cayeran en su frente y terminaran por molestarlo. Caminó con lentitud al espejo y se vio, como había cambiado en el último año y tantos meses, en el tiempo donde había estado en su reino comprometido con la cazadora Deanet, la hembra que llevaría sus cachorros en su vientre y ahora de ella solo quedaban los murmullos de su traición.

Hace más de un año estaba en su reino entrenando con los nuevos guerreros que se integrarían a la pequeña tropa, había estado riendo porque un cachorro había replicado ser más fuerte e inteligente que sus hermanos hasta que un león había llegado con la mirada perdida y los labios temblando, había dicho lo siento y luego soltado que su tercer hermano había muerto a manos de una mujer, una que se hacía llamar caperucita roja. Había rugido con fuerza y toda su gente se había inclinado sintiendo el dolor de su rey, de su Lairs.

Hace más de un año había nacido su primer sobrino, el pequeño Basil al que le habían arrancado a su padre de la manera más cruel y habían dejado sin compañero a la guerrera Mireia. ¿Cómo decirle que el dolor pasaría? Si él aun lloraba por la muerte de sus dos hermanos y de su madre.

—Goliat siempre fue quien se quedaba mucho tiempo frente al espejo para elogiar su belleza —Gorius desvió la mirada y sonrió al ver a su tío de pie vestido de negro, aun llevando el duelo del hijo que conocía por minutos—. Te he escuchado caminar hace horas, ¿Qué sucede?

—Cuando salga el sol debemos partir, allí donde puede ser nuestro fin —explicó con suavidad regresando su mirada al espejo y viendo su traje dorado, haciendo honor a su reino y a su raza—. Luchar por lo que nos han arrebatado, y sigo preocupado, ¿estará Gorkan bien?

—Gorkan siempre fue como tu padre —Herios esbozó una triste sonrisa y miró con orgullo a su sobrino, al gran león—. Tratando de proteger a los demás y regresando sano y salvo, mis padres solían sentarse por horas para esperarlo, y la última vez que se fue regresó con tu madre, y de allí: ya no volvió a irse.

—Entonces Gorkan debe casarse —Gorius vio el rostro divertido de su tío y sonrió—. Eso lo veo tan poco probable, ya amó y ya sufrió, ¿Estaría dispuesto a volver arriesgar?

—Un De Hierro nunca se da por vencido —golpeó su hombro con suavidad y León asintió, estuvieron en silencio por largos minutos hasta que unos golpes desesperados los hicieron girar y encontrar a un macho lobo, con la mejilla cortada y el cuerpo ensangrentado—. ¿Qué sucede?

—Es el rey, mi señor —Gorius se adelantó creyendo que era su hermano pero el macho negó viendo la ilusión en los ojos del león—. El rey Gariot está descontrolado y llama a su madre, ha golpeado y ha herido con profundidad a docenas de los nuestros, el lairs pantera y oso han ido a detenerlo.

Gorius no esperó más y se quitó la capa dorada empezando a correr en dirección hacia la ala izquierda donde había sido encerrado su padre, en uno de los calabazazos, escuchó los alborotos y luego vio como Sigurd era lanzado sin piedad a la pared, Gorius lo ayudó a ponerse de pie y vio a su padre, alzado como el rey y con los ojos azules brillantes.

— ¡Feliat! —Gritó con lágrimas en los ojos, vio a Blazz detenerse frente a él y alzar las manos mostrándole que no le haría daño—. ¡Feliat! ¡Amor mío! ¿Dónde estás?

LA CAPERUZA DEL LOBO © (I HDH)Where stories live. Discover now