CAPÍTULO TREINTA Y CUATRO: URSURPADOR DE TRONO

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La corneta ha sido tocada y en toda tierra santa se ha escuchado,

Las criaturas han golpeado sus patas, has sacado los colmillos para atacar.

Las hembras y cachorros han huido,

La sangre ha sido derramada y la maldad ha sido liberada.

El corazón de Geiat latió con desesperación cuando los primeros rugidos se escucharon, los chillidos y luego a los lobos aullando, avisándoles que estaban cerca, demasiado cerca. Todos los arqueros se posicionaron en la parte de arriba de los árboles, sujetando con fuerza los arcos y manteniendo su mano flexible para tomar las flechas con rapidez, en el suelo estaban algunos lobos, tigres, osos, panteras y hadas. Vio a las últimas criaturas hacer encantamientos alrededor y cuando los primeros humanos cruzaron, nadie se movió y el segundo al mando de las hadas se acercó captando la atención de los humanos que con fascinación veían el atractivo de él, se acercaron, dejando caer algunos sus armas, siendo envueltos por la magia que aquella especie desprendía.

La princesa aun no dio la orden de atacar ya que el Hada había levantado la mano para que le dieran tiempo, tres más se acercaron hacia adelante y cuando el esbelto macho levantó la mano, los demás aplaudieron dejando escapar una neblina de color violeta con tonos verdes oscuros y alrededor los hombres empezaron a toser, gimiendo y cuando aquel efecto pasó, estos tomaron sus armas pero aquello solo fue su perdición, comenzaron a bailar con rapidez, otros golpeándose contra los árboles y el suelo, los últimos, esos que se habían mantenido escondidos se lanzaban al agua, ahogándose unos a otros. El segundo al mando de las hadas movía las manos, su rostro estaba tenso y sus ojos violetas brillaban con intensidad, Geiat nunca los había visto en acción creía que ellos eran dóciles, pero recordó las palabras de Gorius hace tiempo.

"Nunca confíes en las hadas, son mentirosos e inteligentes. Ellos acabarían con cualquiera en minutos"

Y lo comprendió, pero al instante llegaron más humanos y está vez levantando sus espadas para luchar, las hadas se movían y fue ahí donde Geiat dio la orden, las cazadoras empezaron a soltar las flechas, una tras una, tratando de derribarlos pero la armadura que aquellos humanos llevaban eran fuertes, duras y fácilmente no lograban abatir. Las criaturas que estaban en tierra, algunos se convirtieron y empezaron a lanzarse hacia los humanos enterrando sus garras en sus cuellos, otros con arrebato devoraban su rostro e incluso los torturaban con los colmillos.

La muchacha era joven y nunca había sido participe de una batalla de esa magnitud, había participado de pequeñas entre lobos u otras criaturas, pero ninguno terminaba muertos. Ella vio a su gente caer al suelo con las espadas atravesadas, vio a las hadas gritar y caer, pero las criaturas no se dieron por vencidas y salieron aún más, escondidas y otras saltaban de los árboles, Geiat dio la orden y siguieron lanzando flechas, apuntando las frentes, los pechos hasta dejarlos caer sin vida.

Los cuernos se escuchaban en tierras santas, el trote de caballos y la muchacha se asustó cuando vio más de una catapultas ser acercada al centro de sus tierras y ser cargada, jadeó horrorizada y ella misma sacó su cuerno para empezar a tocarlo alertando a los demás, que tuvieran cuidado porque era verdad: los humanos eran traicioneros.

Vio a las amazonas bajar de los árboles y colocar sus arcos en su espalda, sacar sus espadas y moverse con agilidad en tierra, enterrando espadas y evitando los ataques, el sonido de las espadas resonaba en aquellas tierras, vio a los leones rugir y levantar las patas delanteras para después devorar a los humanos de un solo bocado. La joven de un salto bajo, tomando una de las espadas que estaban tiradas en el suelo y corrió hacia una hembra que estaba siendo atacada, sostuvo con fuerza el arma con ambas manos, enterrándola en el cuerpo del hombre que lentamente se giró y escupió sangre, parpadeó varias veces mientras iba desvaneciéndose. Geiat se acercó ayudando a la hembra para que se pusiera de pie y luego escuchó más gritos.

LA CAPERUZA DEL LOBO © (I HDH)Where stories live. Discover now