CAPÍTULO TREINTA Y UNO: LAS RAZAS UNIDAS.

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Gorkan se miró en el espejo brillante que habían mandado a traer para él, apretó los labios sintiendo el malestar en su estómago y escuchando a lo lejos como las razas llegaban, y todas por la reunión que haría, sabiendo también que en la noche los reyes llegarían y con la sola mención de aquellos machos provocaba en el líder un malestar. Tenía muchas cuentas que rendir y estaba seguro que el castigo que le impondría sería difícil, ¿Cuántas reglas ya había roto? Había perdido la cuenta, pero ahora eso no le preocupaba. Lo que realmente le angustiaba era su gente y que haría todo por protegerlos, cueste lo que cueste. Su padre le había enseñado a enfrentar sus miedos, a levantarse e imponerse con aquellos que daño quisiera hacerle.

Hizo una mueca cuando vio la camisa blanca con bordes oscuros y dorados, esa misma que su padre había utilizado. Unos pantalones negros y unas botas largas que habían pertenecido a Gariot, y con orgullo ahora él las llevaba, su cabello oscuro estaba suelto y solo algunas mechas habían sido recogidas para que no cayeran en su frente, al igual que habían recortado su barba y todo para que se viera presentable, pero si era el rey: ¿por qué debía arreglarse tanto? ¡Era inaudito! Y cuando quiso quejarse, vio a Gorius salir de su habitación vistiendo casi igual que él, a diferencia de que su camisa llevaba más hilos de oro que brillaban con intensidad, su cabello cayendo en sus hombros y su barba recortada, como todo un león. Ambos hermanos, hijos del mismo macho y hembra, pero liderando diferentes razas.

—Nunca te había visto tan presentable, incluso hueles bien —bromeó tratando de aligerar el ambiente, sabía que esto era nuevo para su hermano y que su cabeza era un mar de confusiones, pero lo conocía como nadie y sabía que protegería a los suyos, como siempre lo había hecho. Sabía que la mitad del reino de lobos no lo aceptaba, hablaba de él y decían que era muy cruel, pero era injustos—. Goliat anda con Basil, debes verlo, lleva el color de su padre, representándolo.

— ¿Y Geiat? —sabía que los machos estaban interesados en su hermana y eso le molestaba, desde que había llegado no dejaba que ninguno de ellos se le acercara, para él seguía siendo una bebé.

—Ella y Mireia se están alistando, sabes cómo son las hembras, siempre arreglándose —Gorius se asomó viendo como los lobos se habían colocado frente al reino y hablaban animadamente, mientras que los lobos estaban para el lado derecho, una tropa más pequeña que la de su hermano, luciendo impecables y temerarios. Los panteras estaban a su lado con el rostro inexpresivo siendo liderado por Sigurd, frente a ellos estaban los osos, riendo a carcajadas y sobresaliendo en su altura, todos demasiado grandes pero aún más el líder que solo llevaba pantalones y el torso descubierto, algo normal en él—. Vamos. Tío Herios nos espera abajo, el salón principal está listo, los tronos en su lugar y cada escudo colocado, el banquete está listo y también el lugar donde acamparan los machos, y las habitaciones para los lideres están listas.

—Gracias por ayudarme, tú sabes más de esto, yo no estoy seguro si lo lograré —siseó pasando sus manos por su rostro, tratando de relajarse, y es que con solo mirar el espejo se aterraba. Sus facciones eran muy salvajes, tirando más para animal que para hombre como sus hermanos, comprendía por qué muchas hembras huían de él. Jadeó cuando su hermano colocó su mano en su hombro, Gorius era lo contrario a él y envidiaba la calma que le daba a su gente

—Somos hermanos y te ayudaré en todos, ¿recuerdas nuestro lema?

—Los de Hierro nunca se abandonan —ambos hermanos se dieron la mano y la apretaron con fuerza. Gorius fue el primero en salir de su habitación y Gorkan lo siguió minutos después pasando por la habitación de Eliana, sabiendo que aún no despertaba, había dejado a sus cuatro mejores guerreros, nadie podía saber que estaba ahí y tampoco lo débil que estaba.

LA CAPERUZA DEL LOBO © (I HDH)Where stories live. Discover now