CAPÍTULO TRES: ¡LARGA VIDA PARA EL LIDER!

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Se escuchaban los tambores, una suave melodía y luego la voz de una hembra. Suave, deliciosa, lejana y ardiente. Todo quedó en silencio, nadie gritó ni habló, solo la música y los jadeos del lobo se escucharon. Algunos sorprendidos, otros temerosos y otros odiando en ese momento a la razón de su perdición.

¿Cómo puede estar sucediendo? ¡Es inaudito! ¡Claro que lo es! un joven lobo, uno con poca experiencia y sin una manada concreta, uno con aires de héroe y dientes afilados, uno buscando una oportunidad y ganándola sin mucho esfuerzo.

Gorkan, el joven lobo enterró sus largas garras en el cuello del otro lobo, uno más viejo, más ambicioso y con experiencia. Vio el brillo irse, vio el iris amarillo perderse y luego su respiración cortarse con lentitud. Su pelaje perdió brillo, y lentamente volvió a convertirse en humano, pero el joven lobo nunca retiró su pata del pecho. Presionando con fuerza, sacando todo lo que tenía dentro, todo el odio, tristeza y rencor que envolvían aquel puro corazón. Su padre le había enseñado a luchar con honor, a defender a los demás y eso había hecho, pero no lograba encontrar la satisfacción en su acción. Por más que la buscaba, seguía sintiéndose vacío.

Hace unos meses había salido de su reino, ese que le pertenecía. No podía hacerlo, no podía recorrer aquellas paredes y no sentirse envuelto en amargos recuerdos y un dolor que atravesaba su pecho. Había cambiado, y se odiaba, su honor cada vez era peor y cuando se trasformaba era un peligro para su propia gente. Se convertía en una bestia, una que no podía ser detenida, así que terminó huyendo de sus responsabilidades, de su corona como líder.

— ¿Te das por vencido? —escuchó la voz de su hermano Gorius. Gorkan, hizo una mueca y tomó el pedazo de tela y amarró su cabello alejando las mechas de su frente. Se giró, sentándose en la cama y viendo a su hermano mayor, el cual también había tenido que madurar con rapidez.

—Necesito vengarlos.

— ¿Dejando nuestras tierras? ¡Esas que juraste proteger!

— ¡Tú no lo entiendes! ¿No te das cuenta? —estalló enfurecido y Gorius bajó la mirada y la cabeza, una acción que se hacía cuando un lobo explotaba, y así viera que nadie quería pelear con él—. Ellos mataron a nuestros padres, a nuestro hermano. Necesitan pagar, y yo me encargaré.

— ¿Qué pasará con el reino? ¿Con nuestros hermanos?

—El reino lo cuidará nuestro tío, él también lo perdió todo y estar aquí lo ayudará. Gokan puede escoger a quien seguir y los más pequeños quedarse aquí, y ser los príncipes que estás tierras necesitan —finalizó tomando el colgante que estaba en la mesa de madera. Era de pita negra y el dije era una piedra blanca, una especial y poderosas, en la cual estaba escrito "Los hermanos de hierro G" un regalo que todos llevaban, todos sus hermanos—. Debo partir ya. Sé me hace tarde.

— ¿A dónde irás? ¿Piensas empezar una guerra sin tu gente? —Inquirió el joven próximo heredero del reino león, empujando el hombro de su hombro viendo las lágrimas acumuladas en sus ojos—. No estás solo, todos perdimos a nuestros padres. No puedes llevar está carga solo, hermano. Detente y piensa con la cabeza fría.

—Juré protegerlos siempre, soy su hermano mayor y así será —masculló entre dientes, saliendo de su habitación y recorriendo el pasillo por última vez. Cuadros, flores y más eran un recordatorio de que sus padres habían muerto. Un recordatorio amargo que le decía a Gorkan que debía vengarlos, al precio que fuera necesario.

Su tío estaba ahí, de pie con sus manos en los hombros de Geiat que tenía sus ojitos coloridos llenos de lágrimas. Goliat estaba con la cabeza agacha, el cabello recogido en una coleta tal y como su madre solía hacerlo. Gorkan estaba de pie, mirando le horizonte y con las manos en la espalda. Callado, ausente y perdido. Así como todos. Desde la muerte de sus padres, apenas y ellos hablaban, o pasaban tiempo, parecía que querían huir, mucho más cuando se miraban y veían el rostro de sus padres.

LA CAPERUZA DEL LOBO © (I HDH)Where stories live. Discover now