Capítulo 2

43.6K 2.7K 127
                                    

—Señorita Wilson— dijo dirigiéndose a Abigail. —¿Me puede explicar por qué le ha dicho todo eso a la señorita Jones?
—Perdóneme señora, simplemente he tenido un ataque de sinceridad— le daba igual que le castigasen, se había sentido muy bien al decirle todo eso a Kimberly y no se arrepentiría de nada.
—Como comprenderá, no puedo permitir este tipo de conducta en mi Instituto, así que como castigo te tendrás que quedar esta tarde a limpiar el gimnasio— dijo la directora mientras escribía algo en su ordenador. —Se puede retirar ya, espero que no se vuelva a repetir—.
Abby se levantó de su asiento y salió del despacho.
°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°
Hacía ya más de dos horas que debía de haber salido del Instituto, sin embargo, allí estaba, limpiando balones.
Como era de esperar, Kimberly no había recibido ningún castigo y es que era bastante fácil ser la hija de un empresario apoderado y rico.
Kimberly podía hacer lo que quisiese sin ningún tipo de responsabilidad o preocupación.
°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°
Cuando terminó de limpiar se le ocurrió que sería un gran momento para ejecutar su idea.
Así que en vez de ir por el camino que conducía a su casa, se adentró en el bosque.
Diez minutos más tarde, encontró lo que buscaba.
El puente.
Se subió en él.
Por su cabeza pasaron un montón de ideas.
¿Se debía tirar?
¿Alguien le echaría de menos?
¿Alguien lloraría su muerte?
Aunque ella sabía perfectamente que su vida no era importante, no se atrevió a tirarse.
¿Tenía miedo?
No, no era miedo.
Algo por dentro le decía que no se tirase, que después de todas las cosas malas que había tenido que aguantar, algo bueno le sucedería.
Algo que recompensaría todo el dolor que había soportado, todas las lágrimas, todo el sufrimiento.
Abby se sentó en el suelo, el cual estaba lleno de hojas que caían de los árboles.
Se odiaba por no ser fuerte, por no tener el aspecto físico que deseaba, por no atreverse a plantarles cara a sus padres, por llorar todas las noches, por no poder elegir ahora mismo que hacer.
¿Debía seguir viviendo o era mejor dejar de sufrir?
Estuvo minutos pensando que hacer, hasta que empezó a llover.
A lo lejos vio una cabaña de madera.
Se refugiaría allí hasta que tuviese sus ideas claras y hasta que parase la lluvia.

Amor de psicópatasWhere stories live. Discover now