Capítulo 20

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Desde el baño, ella pudo escuchar los pasos del joven, los cuales sonaban cada vez más fuertes, por lo que Abby supuso que el chico se estaba acercando.
-Abichuela, ¿Querías algo?- ella no le contestó.
Estaba nerviosa y avergonzada. Sentía que las palabras no salían de su boca.
-¿Abichuela?- volvió a preguntar él pasados unos segundos.
-N-Necesito qué h-hagas algo p-por mi- dijo temblando de los nervios. A penas había podido pronunciar bien las palabras, era como si le costase pronunciarlas.
-¿Qué es lo que quieres?
-¿Sabes "eso" que tenemos todas las chicas?
-No, ¿puedes ser más precisa?
-Es algo que solemos tener durante unos cuantos días, a unas les dura más, y a otras menos- intentó explicar Abby.
-¿Mal humor?- preguntó confuso.
-No, no es eso- contestó -pero se suele decir que estamos de mal humor cuando la tenemos.
-Abichuela- dijo el chico despues de unos cuantos segundos en silencio -llevó años viviendo sólo, sin ninguna mujer, no sé a que te refieres- ella suspiro, no entendia como a veces el chico podía llegar a ser tan idiota.
-M-Me acaba de bajar la regla- Abby respiro, lo había conseguido, lo malo es que lo había dicho tan rápido que no sabía si el chico la había podido llegar a oír -Necesito "eso" que una emplea cuando está con la regla.
Él chico volvió a hablar después de bastantes segundos, los cuales se hicieron una eternidad para Abby la cual entre tanto silencio sólo podía escuchar su respiración, aún rápida debido a los nervios.
-Bien- contestó él -iré a buscar lo que necesitas- y Abby, nuevamente escucho los pasos de él, los cuales está vez se alejaban.

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Se estaba dirigiendo a una pequeña tienda en la que vendían de todo, la cual estaba situada muy cerca de su casa. Ethan había imaginado que allí venderian lo que estaba buscando. Cuando entró vio a un grupito de estudiantes, las cuales no tendrían más de dieciséis años. Desde que el apareció por la puerta, ellas no pudieron apartar sus ojos de él. En realidad, Ethan no era egocentrico, ni tampoco era el tipo de chico que iba presumiendo de su belleza, aunque era casi imposible no percatarse de su presencia, de sus ojos verdes, en lo que cualquier persona se podía perder, en su profunda mirada la cual resultaba misteriosa. Ethan, sin lugar a dudas, era un chico intrigante.
Camino hasta la sección femenina y se sorprendió al ver todo eso.
Había un montón de marcas, ¿Cual le gustaría a ella?
Había con alas, sin alas, grandes, pequeñas... ¿Cuales emplearía la chica?
Pero, sobretodo, ¿Debía coger compresas o tampones? Abichuela  no le había dado ninguna indicación.
Al final cogió las que según él se veían más cómodas y se dirigió a la caja. Cuando estaba pagando escucho los comentarios de aquellas chicas.
-¿Para quien creeis que serán?- preguntó una de ellas
-Está claro que para su novia.
-Si es así la chica debe de ser muy afortunada por tener un novio así- contestó otra.
Él chico no pudo evitar sonreír. Sí de verdad supieran que sus supuesta "novia afortunada" es en realidad una chica a la que conoció hace un par de semanas y que él no es "un novio ideal", sí no más bien un despiadado asesino, no les parecería todo tan bonito y romántico.

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Abby oyó como se habría la puerta y como alguien se acercaba al baño
-Abichuela, ya he llegado, abre la puerta- dijo mientras daba pequeños golpecitos con sus nudillos en la puerta.
La chica le hizo caso, la abrió lo suficiente como para permitir coger él paquete que le ofrecía el chico, para después cerrar rápidamente.
-Te he cogido esas porque no sabía cuáles te gustaban.
-Estas están bien- contestó ella -muchas gracias, Ethan.

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Después de cinco minutos, ella salió del baño y se dirigió hacia el salón, donde estaba el chico sentado en el sofá viendo la televisión. Sé sentó a su lado, y él observó como ella lo hacia. Era evidente que ella seguía avergonzaba y un tanto nerviosa, y ya no sólo por él hecho de que sus mejillas estaban coloradas de un bonito rojo el cual contrastaba con su palida piel, sí no porque no paraba de toquitearse el anillo que llevaba puesto, además de que miraba hacia a bajo,concentrada en darle vueltas a su anillo como si fuese la cosa más divertida que hubiese echo en la vida.
Después de unos minutos en los que el chico no había desprendido su mirada de ella, Abby decidió mirarle ella también. Ambos se perdieron en la mirada del otro. Y es que a veces, una mirada dice más que mil palabras.
Ethan se fue acercando a la chica, quién había cerrado ya los ojos.
Entonces se besaron.
Fue un beso tierno, tranquilo, lento hasta que Ethan drásticamente se alejó, dejando a Abby con ganas de saber que hubiera pasado sí hubieran continuado. Él chico se levantó y sin decir nada más se marchó a su habitación.
Él no podía permitirse volverse a enamorar, no después de lo que había pasado la última vez.
Ethan podía llegar a hacer muchas locuras cuando estaba enamorado, y no precisamente locuras de las buenas.

Amor de psicópatasWhere stories live. Discover now