Capítulo 19

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Acababan de quitarle la vida a la anciana. Estaban las dos víctimas en el suelo, rodeados por un gran charco de sangre. Habían apuñalado a cada uno veinte veces. Ambos se sentían muy cansados, Abby estaba empapada en sudor por los nervios que aún sentía, le temblaba el pulso y estaba segura de que ahora mismo era incapaz de pronunciar cualquier palabra sin atascarse y mucho menos decir una frase que tuviese significado y coherencia, además que desde hacía rato lo único que podía escuchar eran los latidos de su corazón, los cuales, cuanto más pasaba el tiempo más rápidos eran. No podía dejar de repetirse a sí misma lo que acababa de hacer, y la culpa le iba carcomiendo por dentro, aún así, una parte de ella no podía negar el hecho de que sé había sentido muy bien al acabar con esas vidas.
-Salgamos de aquí- dijo el chico.
Era de noche y había muy pocas personas aún por la calle.
-Asegúrate de que no te vea nadie- aconsejó él a lo que ella asistió.
Iban manchados de sangre y con un cuchillo entre la mano, lógicamente nadie los podía ver, o Ethan y Abby tendrían serios problemas. Abby se iba a adentrar en el bosque, pero el chico le agarró de la muñeca para impedirle avanzar.
-No iremos a la cabaña- susurró -sígueme.
Después de diez minutos andando por calles oscuras y callejones para que nadie les viese llegaron a un edificio. Ethan sacó unas llaves. ¿Él vivía en ese sitio?
-Entra.
Abby observó el apartamento. Era grande y parecía lujoso, estaba decorado con cuadros por todas partes, las paredes eran blancas, como casi todos los muebles, excepto algunos que eran dorados y unos cuantos adornos plateados, los cuales resaltaban entre la decoración.
-¿Vives aquí?- preguntó ella.
-Sí- sé sentó en el largo sofá, él cual estaba cubierto de cojines -¿Pensabas que vivía en la cabaña?
-No, en realidad, supuse qué tu tendrías otra casa, y que por esa razón me dejabas quedarme en la cabaña -se sentó al lado del chico y observó con admiración la chimenea, la cual era enorme, blanca y tenía unos adornos dorados en forma de bolas y un florero con distintas plantas, todas ellas con las flores blancas, las cuales estaban muy bien cuidadas, así que imaginó que serían de plástico -pero nunca imaginé que vivieras en un sitio como este.
Se quedaron en silencio, cada uno observando con grandeza algo. Ella observaba y analizaba los cuadros, y a pesar de que no era una gran conocedora sobre nada relacionado con el arte y la pintura, algunos cuadros le sonaban, y mientras ella hacia eso, él observaba la cara de felicidad de ella.

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Se levantó del sofá.
-Voy a ducharme.
Ella asistió.
-Abichuela, siéntete como en casa, tienes libertad para moverte por todo el apartamento, y para abrir la nevera, aunque ya te aviso que no hay mucho para elegir, ya que todo lo que compró termina en la cabaña.
En las dos horas que llevaba ahí, había estado inmóvil, sentada en el sofá, viendo las cenizas que quedaban en la chimenea, preguntándose cuanto tiempo llevaba sin emplearse y si Ethan la sabría utilizar. Le encantaría pasar una noche de invierno durmiendo aquí, rodeada de mantas, observando como el fuego abrasador quema las ramas que se introducen dentro de la chimenea y viendo, como al hacerlo, las llamas se vuelven mucho más intensas y grandes, como si estuviesen vivas.
Él desapareció por el pasillo, así que ella aprovechó para deshacerse de todos esos pensamientos, y se puso levantó del sofá.
Sé acercó a una fotografía que estaba enmarcada, la misma que había en la cabaña, y al lado de esta,otra foto que tendría unos cuantos años,donde estaba Ethan con una chica de su edad, ambos sonrientes.
Abby caminó por el pasillo y abrió una puerta, era un dormitorio precioso, simple pero bonito. Continuó por el pasillo y abrió otra puerta que daba a una habitación completamente vacía. Salió de aquel cuarto y abrió la tercera puerta y... se encontró a Ethan saliendo se la ducha, él cual se tapó con agilidad y rapidez su miembro con la toalla que tenía entre sus manos, así que Abby no llegó a ver el miembro del chico. Ella enseguida cerró la puerta al percatarse de que se había metido en el baño por error, fue rápidamente al salón, se sentó en el sofá dispuesta a no moverse más en lo que quedaba de noche, mientras sentía sus mejillas arder.

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El chico entró al salón y se sentó junto a ella. Hacia más de media hora desde que había pasado el "accidente vergonzoso", y aún así ella seguía sintiéndo sus mejillas igual de rojas.
-Ahora me toca verte a mi desnuda- comentó el chico riendo.
-¿Me puedo bañar yo?- preguntó ella ignorando el comentario del chico.
-Claro, tienes las toallas en el cajón del baño, cualquier cosa que necesites me avisas.
Así que eso hizo ella. Se metió en la ducha. Se sintió tan bien cuando el agua caliente choco contra su piel. Estaba tensa, después de haber matado a aquellos dos ancianos. Necesitaba relajarse.
Cuando salió de la ducha se percato de algo. Le había llegado el período. Intento buscar alguna compresa o tampón por el baño. Pero como era evidente, no encontró nada, ya que en esa casa sólo vivía Ethan, y estaba claro que él no necesitaba ese tipo de cosas.
-¿Ethan puedes venir un momento?- gritó ella desde el baño para que él le pudiese oír desde el salón.
Pero,¿Como explicarle que tenía "eso" y que necesitaba "eso"?
Estaba siendo un día muy vergonzoso para Abby, y nuevamente sintió sus mejillas arder.

Amor de psicópatasWhere stories live. Discover now