Amor de psicópatas

Capítulo 7

Abby se despertó incómoda en el sofá.
La noche anterior no se había querido acostar en la cama, pensando que a él no le gustaría verla ahí.
Pero él ni siquiera había aparecido.
Y entonces pensó algo, sí iba a quedarse en esa cabaña una larga temporada necesitaría ropa, zapatos, algún que otro libro para matar el aburrimiento y algo de comida, ya que la nevera seguía permaneciendo vacía.
Decidió ir a su casa.
Cogió su chaqueta y se dirigió a la puerta, pero antes de abrirla una pregunta pasó por su mente.
¿Necesitaba permiso para salir de la cabaña?
No, claro que no, a él no le importaba lo que hiciese ella.

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Su casa no estaba muy lejos del bosque así que en quince minutos ya se encontraba enfrente de su antigua vivienda.
Lo único que esperaba era que sus padres tuvieran tanta resaca que no se percatasen de su presencia.
Y así fue, estaban completamente dormidos en el sofá.
Abby subió a su cuarto.
Abrió una maleta y empezó a meter ropa, zapatos, libros, su neceser el cual contenía su peine, su cepillo para los dientes, la pasta de dientes y cremas, también metió su ordenador y alguna que otra cosa más que no quería que se quédase en ese lugar.
Cuando finalizó, cerró su maleta y bajo los escalones.
Antes de salir pasó por el salón y observó a sus padres.
Abby sabía que aunque llevaba tres días sin aparecer por casa, ellos no se habían preocupado por ella ni lo más mínimo.
Sintió tristeza, pero sobretodo rabia por tener unos padres así.
Sí le hubiese tocado una familia normal, ella ahora mismo no estaría en esa situación, dependiendo de un chico que lo único ue hacia era menospreciarla.

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Estaba a punto de adentrarse en el bosque para volver a la cabaña, pero Abby no quería volver a ese lugar, y mucho menos encontrarse con ese chico.
Se registró los bolsillos, llevaba el suficiente dinero para beber algo en algún bar.
Pidió cervezas.
Muchas cervezas.
Abby quería emborracharse para olvidar su vida, olvidar el hecho de que sus padres no la habían echado de menos, que después de desaparecer nadie se había preocupado por ella.
¿Después de todo, no había nada malo con querer emborracharse, no?
¿No había nada malo en querer alejarse de ese sentimiento de soledad, aunque sólo fuese por un corto tiempo, no?
Cada vez tenía más claro que ella no hacía falta en ese mundo.
Ella no le hacía falta a nadie.