Drugs and love© [Corrigiendo]

Capítulo 8

- ¡Vamos al McDonald's! -exclamó Travis en forma de berrinche a Jane. La cual se negaba a ir a ese restaurante.

-Ni lo pienses. -sentenció ella, la chica cruzó los brazos y dejó por terminada la discusión.

- ¡Quiero una jodida cajita feliz! -volvió a decir, pero esta vez lo hizo más fuerte.

-Iremos, pero debes decirme quién te rompió la nariz. -Travis la miró con seriedad-. ¿Fue Rex con su zapato?

Travis negó con la cabeza frenéticamente. Era la primera vez que Jane se daba cuenta de algo, pues habían pasado casi todo el día después de su incidente en el gimnasio sin comentar nada acerca de los dos tapones que tenía en su nariz. Era la realidad cuando decía que era tan poco importante como para que alguien se diera cuenta que existía.

-No, mi hermano jamás haría eso. -Rex suspiró aliviado, pensó que él era culpable de eso-. ¡Fue el bastardo hijo del diablo y Lilith!

Travis gritó tan fuerte que todos los que transitaban el pasillo se les quedaban viendo raro. A eso se referían cuando decían que ese chico no conocía el significado de vergüenza. Y aunque lo conociera no le importaba, en fin, era su vida.

Jane suspiró hastiada. Travis a veces era capaz de sacarle canas verdes. Y se esmeraba en ello.

-Bill lo hizo, ¿eh? -Jane movió la cabeza negativamente. Ese tipo en serio era una bestia, pero claramente Travis tampoco era un pan de Dios-. ¿Qué le has hecho para haberle enfadado? No creo que te haya dado un golpe por gusto propio.

El chico sonrió con aires de inocencia, dejando en evidencia lo dicho por Jane. Su acusatorio acto de celos lo había omitido, sabía que si decía la razón Jane también atentaría contra su adolorida nariz. La chica entonces le miró con la seriedad fija en los ojos, así que tuvo que confesar.

-Yo le intenté partir la nariz de muñeco de plástico que tiene y... me di cuenta que estaba hecho de acero. -confesó por fin el incauto Travis. Jane le dio un golpe en la frente-. ¡Auch!

-No te quejes, que aceptaré ir al McDonald's. -espetó Jane. Travis sonrió mostrando sus dientes.

- ¡No sabes cuánto te amo! ¡Eres mi todo! -gritó con euforia, para seguidamente cargarla y abrazarla-. ¡Te amo mi fría princesa!

- ¡No soy fría! -se quejó Jane-. Simplemente... ¡bájame!

Travis no hizo caso y siguió jugando con la chica. Dándole así un buen mareo y ganas de vomitar. Rex los observaba con una sonrisa en sus labios, ellos eran una pareja perfecta, aunque a Jane le costará aceptarlo.

Rex se mantenía perdido en sus pensamientos, cuando de la nada sintió unas manos sobre sus hombros, estos eran molidos por las manos en una especie de masaje realmente intenso. Aquella persona quien estaba tras él era poco afable y mucho más tosco.