Capítulo 17

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Melanie Morgan podría ser la protagonista de algún sueño erótico que un adolescente pudiese tener, pues su aspecto hacía que cualquiera la quisiera en sus brazos; sus hermosos ojos verdes cual arboleda en pleno apogeo resplandecían en belleza, sus...

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Melanie Morgan podría ser la protagonista de algún sueño erótico que un adolescente pudiese tener, pues su aspecto hacía que cualquiera la quisiera en sus brazos; sus hermosos ojos verdes cual arboleda en pleno apogeo resplandecían en belleza, sus labios rosados eran cubiertos con un brillo labial olor a fresa que le hacía lucirlos más, poseía un aire de inocencia que destruiría los estribos de cualquier adolescente deseoso de una bella princesa rosita. Aunque por dentro fuese una dama roja.

Ella lucía algo que todas las mujeres quisieran tener, curvas marcadas, cintura de muñeca y una delicadeza única, su mirada era viciosa, su sonrisa embriagaría a cualquiera y claro, poseía la increíble habilidad de hacer que te pusieras a sus pies. Ella era como una reencarnación de la amante de Satanás, Lilith; pues conociendo la historia de esa mujer era de evidenciar que Melanie era su esencia puesta en carne humana (pero se exceptuaban pequeños detalles). Region Steam se veía nuevamente en tinieblas, pues aquella libidinosa joven regresaba, y esta vez se quedaría para siempre. Ya que los (ahora despreciables) tíos de Rex la dejaron volver a su antiguo instituto.

Rex veía a su hermosa prima arreglándose ante el enorme espejo del baño, no pudo contener un gruñido de enojo por ver su vestimenta; la joven portaba una camisa blanca de botones, un suéter rosa pastel que parecía ser de lana, una falda de color negro muy reveladora, sus piernas eran cubiertas hasta los muslos con unas medias blancas con pequeños toques de una tonalidad coral, y para terminar aquel hermoso conjunto la chica se puso sus botas Dr. Marten's de color negro. Ella irradiaba inocencia vacía y ternura construida. Su belleza segaría a cualquiera que viese el escote de una tía, pues lo único que podía ofrecer la bella joven era su cuerpo, no su corazón. Porque algo roto jamás seria valorado como algo completo.

<<No sabes cuánto te odio maldita zorra...>>. Pensó Rex al ver a su prima humectar sus labios con aquel horrible labial que le caracterizaba por el olor a fresas. El chico mantenía los puños apretados y la mirada fija en ella, podía sentir como sus dientes crujían al apretar tan fuerte la mandíbula, conteniendo lo que quería decirle a aquella chica que causaba tal desagrado en él.

Rex nunca había odiado a nadie en serio, pues aunque dijese un «te odio», jamás lo hacía con sinceridad, se le era imposible. Era como un niño que no guardaba rencor y olvidaba fácil, pero eso tenía un linde, y estaba en Melanie, ella siempre lograba colmar su paciencia, lo cual era casi imposible.

- ¡Estoy lista, Emi! -exclamó la chica con aquella irritante voz que poseía (pero eso era a los oídos de Rex).

El ángel la miró, tratando de no querer cogerla y jalarle el cabello hasta dejarla calva. Rex no quería mantener un contacto muy duradero, pero al verla por unos segundos, se sintió intimidado, ella era realmente lo que posiblemente Bill quería para pasar la noche, él se miró al espejo, no era especial, él se veía como un chico cualquiera, y su ropa no le daba salvación: llevaba un suéter blanco que parecía de franela, éste le quedaba algo holgado, dándole su inolvidable aire tierno, aunque Rex jamás notase eso. Sus vaqueros eran negros y algo ceñidos, tenía puestos unos botines al tobillo de color marrón oscuro como el fango. La ropa le sentaba muy bien, pero ver a su prima oprimía su poca autoestima, dejándolo ahogarse en su propia laguna de baja autoestima y sufrimiento.

Drugs and love© [Corrigiendo]Where stories live. Discover now