Capítulo 15

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En la vida de Rex cada semana se volvía más efímera

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En la vida de Rex cada semana se volvía más efímera. Desde que pudo hablar con Bill sus días se volvían muy cortos, pero siempre con un linde que le hacía terminar con una sonrisa. Hoy era un día muy especial de febrero, el día de San Valentine. Jane le llevó a «Mary's Coffe», su lugar de los sábados, aunque hoy fuese miércoles.

— ¡Brindemos! —exclamó Jane levantando su taza—. Un brindis por el amor, y porque mañana no podrás caminar.

Rex la miró extrañado, no entendía a qué iba aquella afirmación, pero con el hecho de escuchar el «no podrás caminar» se le hizo alarmante.

— ¿A qué te refieres con eso? —preguntó con seriedad, aunque la verdad se veía tierno con ese tipo de expresiones.

—Bueno, siento que cierto chico llamado «Satanás» sacará su mejor arma hoy. —Rex enarcó una ceja, dubitativo—. La seducción, y así cogerá a su pequeño regalo del cielo. Un ángel.

Lo último lo dijo mientras le apuntaba, Rex frunció el entrecejo, no se le hacía nada graciosas las bromas que tenían que ver con Bill, aunque la verdad fuese dicha, lo que dijo se le hizo algo tierno. Miró su móvil (el cual ya casi no servía para nada, por haber sido mojado aquella noche) con el propósito de hallar alguna notificación o señal de vida de su amado demonio. Pero para su triste sorpresa no había nada.

Era ridículo pensar que encontraría un mensaje romántico de parte de ese frío ser. Pues como siempre lo aclaraba, él era su juguete, no su pareja. Sin predecirlo o retenerlo, unas lágrimas escaparon de sus ojos, empapando así sus mejillas, éstas enrojecieron al igual que sus ojos.

—Rex, no te pongas así... —pidió Jane acercándose para secar aquellas lágrimas que mojaban por completo sus rojas mejillas—. Bebé, él tampoco es el único hombre de este mundo.

Al escuchar la palabra «bebé», se dejó ir de lleno en el llanto, pero para no llamar la atención se recostó sobre la mesa de la cafetería. Aunque nadie pensaría que lloraba por un chico que no le tomaba como algo más que un juguete, no, aquellos pensarían que alguna chica lo dejó o, hasta pensaría que Jane le estaba terminando. Cosa muy contraria a lo que en realidad sucedía.

—Es inútil decir eso, porque jamás podría cambiarlo... él es único, él es la única persona que me hace sentir tanto con simples caricias. —Confesó entre lágrimas, apagando un poco su voz—. Así que jamás me pidas considerar cambiar a mi primer amor.

Jane se mordió la uña del meñique, aquello sólo podía indicar su poco usual dolor de cabeza, aunque con Rex era de esperarse, más cuando hablaban de aquel chico. Ella se acercó y acarició su brazo, a la vez que observaba si no la veía; y para su asombro, Rex no le podía ver.

Cogió discretamente el móvil, entró a la aplicación de mensajería y comenzó a indagar, en busca de cierta persona que podría animarle. Buscó entre todos sus contactos a aquel chico que, de sólo ver, era razón suficiente para reír. Entonces, comenzó a redactar el mensaje.

Drugs and love© [Corrigiendo]Where stories live. Discover now