Capítulo 32

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Bill observaba a su tierno acompañante, quien se mantenía inconsciente sobre el asiento del copiloto, siendo apresado por el cinturón de seguridad

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Bill observaba a su tierno acompañante, quien se mantenía inconsciente sobre el asiento del copiloto, siendo apresado por el cinturón de seguridad. A los ojos del joven libertino: Rex se veía tan indefenso, a tal punto que una vocecita le incitaba a cometer aberraciones indescriptibles contra el delicado cuerpo del angelito. Lo meditó, y decidió ahuyentar sus intemperantes ideas de su inestable cabeza, comprendía ligeramente que tenía serios problemas con la retención de sus enfermizos deseos de carne de inocentes soñadores.

Dio un suspiro, otro semáforo se atravesaba en su camino, en los segundos que la luz estaba en rojo, se inclinó hasta la guantera, le echó un vistazo a su arma, sonrió pensando nuevamente en la tierna expresión de pánico que puso Rex al ver esa pistola. Siguió buscando algo en la guantera, una caja de color negro, con ligeros toques dorados adornándola, la etiqueta decía «Montecristo No.2»; a abrió y de ahí sacó sus queridos habanos. Le quedaban cinco aún, corría una buena suerte en ese momento.

Se lo colocó en los labios, sacó su encendedor de uno de sus bolsillos y encendió su ambición vuelta humo. Dio una calada para luego soltarla a un costado de sí mismo. Miró nuevamente a Rex, los labios del pequeño comenzaron a temblar, Bill se acercó y pudo apreciar como los ojos el pequeño iban abriéndose, mostrando el bello iris verdoso, tal cual un hermoso césped rociado con la brisa de la lluvia. Bill le sonrió algo aturdido al presenciar su despertar.

- ¿Dónde estoy? ¿Sigo teniendo diecisiete? -preguntó el pequeño tallando su ojo izquierdo.

-Supongo que sí, sólo te has desmayado por una hora.

- ¡¿Qué?! ¿Por qué hice eso? -Rex ante las palabras de su amado, no se contuvo y se mostró exaltado. Bill aguantó una risita burlona.

-Veras..., te has desmayado porque he dicho que este coche es tuyo. -Bill cogió su habano y sopló el humo peligrosamente cerca de Rex, el ángel recordó aquello, se sentía raro, quería volver a desmayarse-. Fue algo tierna tu reacción.

-Nunca entenderé que concepto de tierno tienes.

-No hace falta que lo entiend... -las palabras del libertino se vieron interrumpidas por el claxon de un segundo coche, que estaba esperando que la imponente maquina se moviese, pues el semáforo ya estaba en verde-. Carajo...

Rex se mostró impresionado, porque él hubiese esperado una inestable reacción, que acabaría con Bill insultando al tío que tocaba el claxon con desespero e irritación. Pero por sorpresivo que se viese, el joven se limitó a avanzar a un destino desconocido para Rex, quien por primera vez no veía los edificios por la ventana, esta vez observaba a Bill fumar.

- ¿Saben bien? -preguntó Rex apuntando el habano.

-Demasiado para creer que son reales. Te ofrecería uno, pero terminaría matándote.

Rex soltó un suspiró, parecía agotado. Pero, no era agotamiento, sino algo más, por alguna extraña razón tenía deseos de indagar y descubrir más sobre enigmático demonio, tenía que ser discreto, e intentó algo.

Drugs and love© [Corrigiendo]Where stories live. Discover now