Capítulo 11

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Jane salió de su parálisis mental y enseguida soltó la mano de Bill, éste la miraba extrañado, él no comprendía del porque actuaba de esa forma

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Jane salió de su parálisis mental y enseguida soltó la mano de Bill, éste la miraba extrañado, él no comprendía del porque actuaba de esa forma. Entonces intentó seguir su mirada, vio por encima de su hombro, topándose así al pequeño ángel, con quien había hablado recién esa mañana. Regresó la mirada a donde estaba Jane y trató de idear un plan, pero ella decidió levantarse.

—Puedo explicarlo. —susurró para no hacer un gran escándalo, pues en aquel lujoso restaurante acudían personas que eran vecinos y conocidos de Jane y Rex.

—Hazlo entonces. —replicó Rex mientras cruzaba sus brazos, cerrándose por completo. Miró a Bill con decepción, aunque él simplemente veía a Jane con enojo, tal parecía que él siguiera siendo invisible para el hermoso demonio.

Jane cogió una silla e invitó a Rex para que se sentase, éste no dijo nada, simplemente se sentó, justo en un lugar de la redonda mesa que era como el medio. De esta forma tenia del lado izquierdo a Jane y del derecho a Bill. La joven cogió una bocanada de aire y prosiguió con su primer argumento.

—Me alegro que estés aquí, y no huyeras. —expresó Jane mientras acariciaba su mano—. Rex, ¿recuerdas que el domingo tuve una llamada?

Rex asintió, ella sonrió, dejó de acariciar la mano de Rex y sacó su móvil de una pequeña cartera que llevaba. Lo encendió y al acceder de lleno en él, indagó por varias aplicaciones hasta encontrar la que anhelada, la agenda de números. Rex dejó de observarla y dirigió su mirada a donde estaba Bill, éste le dedicó una bella sonrisa, aunque aquella expresaba sorna, no entendía que era gracioso, aquella situación era dolorosa y estresante, no era digna de mofa.

—Mira esto. —Rex volvió la mirada a donde estaba Jane y se topó con la pantalla del móvil, aquella pantalla reflejaba un número con un nombre predilecto.

«J. Narcisista»; era el nombre que llevaba el número, pero eso fue irrelevante para el pequeño ángel, lo que llamó su atención fue el número, pensó e intentó recordar donde había visto aquel número. Regresó su vista a la pantalla y esta vez se fijó en tres números, aquellos que juntos formaban el tan temido número de la bestia.

—Es el número de Bill... —musitó de forma casi inaudible—. Jane, si quieres joderme más, detente ahora.

—No Rex. —Jane negó con la cabeza de forma desesperada—. Te lo dije y lo recalco: «nunca tocaría propiedad ajena».

Bill quitó su sonrisa y miró a Rex con algo de sorpresa, ¿a qué se refería con eso? Rex por su parte lo único que le quedaba era morir de vergüenza.

— ¿Propiedad ajena? —preguntó nuevamente Bill, a lo que Rex bajó la mirada instantáneamente—. No soy un objeto.

Al escuchar aquel tono severo Rex mordió su labio inferior, Jane apretó su muñeca y con seriedad miró a Bill, él simplemente sonreía al ver al tan indefenso y tierno chico así de mal. Jane se recalcaba mentalmente la palabra «siniestro» mil veces, y la verdad, sí lo era. Ella llevaba mucho tiempo conociendo a aquel muchacho, aquel que antes era delicado y temeroso se perdió en una maldad y amargura pavorosas.

Drugs and love© [Corrigiendo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora