Capítulo 28

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El pequeño ángel; frágil y delicado, rayando en lo femenino, aquella criatura etérea estaba sobre el cuerpo del libidinoso demonio

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El pequeño ángel; frágil y delicado, rayando en lo femenino, aquella criatura etérea estaba sobre el cuerpo del libidinoso demonio. El pequeño se mantenía sentado sobre la pelvis de su contrario, en esa posición y con esa altura podía observar el cuerpo escultural del demonio aún bajo sus prendas. Bill chasqueó la lengua con hastío, él parecía esperar que Rex comenzará con el acto sexual.

Pero..., ¿cómo podía ser tan inconsciente? Bill sabía que el chiquillo no se podría atrever a ir más allá de darle besos mimosos. Sonrió al ver como Rex jugaba con sus manos, y eso fue el colmo, el demonio adolescente tenía unas abrumadoras ganas de devorar lentamente a ese ángel que desteñía inocencia.

Entre sus pensamientos se coló una idea, Rex jamás tocaría más que sus manos y mejillas, tal vez rozaría la punta de los dedos con sus labios o cuello, pues era demasiado vergonzoso cometer algo más que un simple roce a la vista del ángel. Entonces el demonio debió ser ingenioso, y pensó en lo divertido que sería ver como Rex desesperaba al pensar.

—Rex, seré todo tuyo, entonces haz lo que desees conmigo, pero eso debe ser en un tiempo de cuarenta segundos, luego yo haré lo que me plazca contigo por seis horas. —el pequeño abrió los ojos, saliendo de su ensoñamiento, Bill por su parte mostró una sonrisa torcida—. Puede que hasta más.

— ¿Qué carajo...? —preguntó indignado al escuchar como Bill comenzaba la cuenta regresiva.

Rex se alarmó, así que se levantó de la cama y pensó que podía hacer en cuarenta segundos; no deseaba darle un simple beso, así que dejó salir su lado retorcido, y entre ello pensó lo que no debía. Bill notó como Rex observaba su entrepierna con ansiedad, casi estaba babeando. El demonio quería provocarlo, así que deslizó la cremallera hacia abajo.

Rex no se movía, y el tiempo avanzaba, el joven libertino rodó los ojos, ese niño se pensaba mucho algo tan simple. Pero al fin, el interminable momento pudo tener fin, el niño acercó la mano hasta esa zona y con vigor apretó el miembro de Bill aún bajo los vaqueros, el libertino sintió una chispa, le encantaba el dolor propio en ciertas ocasiones, aunque lo que más le excitaba era provocarlo.

El ángel volvió a la cama, se puso sobre el otro, quien ya ardía por saber que más podría seguir. El ángel le despojó de su pantalón con brusquedad (ya que los nervios le tenían como en una especie de colapso mental) e intentó bajar el bóxer de Bill.

Cuando logró sus objetivos, estaba listo para el siguiente paso, no le dio vergüenza, quería eso, y no pararía por su estúpida reacción. Cogió el miembro de Bill, sintió la cara arder y su respiración era cálida, muy cálida, el miembro ajeno estaba rígido y eso sólo le decía una cosa: quería pegarle un mordisco. Se inclinó y colocó los labios sobre su glande, pero no era momento de juegos, el tiempo estaba por acabar, introdujo el enorme falo a su cavidad bucal y con osadía, y sin pensarlo bien, lo mordió, a lo cual Bill, por mera inercia, le dio un fuerte golpe en la cara.

Drugs and love© [Corrigiendo]Where stories live. Discover now