Capítulo 35

4.9K 356 378
                                    

El ambiente que se tenía en la habitación de Melanie era un tanto hostil, sofocante y hasta algo mortífero, pero ¿Cómo podía estar pasando esa situación, si minutos atrás ella suspiraba con delicadeza por tener su anhelado encuentro con Bill? Aque...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El ambiente que se tenía en la habitación de Melanie era un tanto hostil, sofocante y hasta algo mortífero, pero ¿Cómo podía estar pasando esa situación, si minutos atrás ella suspiraba con delicadeza por tener su anhelado encuentro con Bill? Aquello era la simple penitencia que traía consigo el provocar a la bestia de tres dígitos: aquella osadía le pasaba factura, de una manera dolorosa, (o bien, eso era a los ojos de la joven dama). Aquel apuesto muchacho le despojaba de aquello, que sin pudor había entregado a varios hombres. Parte de su inocencia había desaparecido, hoy por fin se declaraba completamente una causa muerta.

La chica lloraba al tener a Bill encima jugueteando con sus dedos en su cavidad íntima, Melanie no podía retener los sucios sonidos húmedos que salían de su entorno, adjuntos con los alaridos que salían por sus labios. Ella estaba aterrada por lo que seguiría, porque cada vez esa preparación se tornaba más dolorosa: porque el joven engullía el par de dedos muy profundo en su intimidad. El chico estaba casi listo para despojarse de su única prenda, un bóxer negro, y proseguir a penetrarla, sin embargo, algo le impedía cometer tal locura, posiblemente era su corazón; quien anhelaba ver a su querido Rex, no romperle en mil piezas el corazón, o bien, podía ser su cerebro; quien con su típico aire de razón le hacía entender a reproches que lo que estaba haciendo era un completo error, uno por el cual se lamentaría hasta la existencia misma.

Pero, ¿por qué lo pensaba tanto? Simple, Rex era el único chico al cual no quería serle infiel, por primera vez su lado mujeriego desaparecía, y dejaba en claro que no deseaba lastimar a la única persona que confiaba en él sin ninguna condición.

<<Dino... ¿Por qué no apareces y me detienes?>>. Pensó al ver a la chica sobre la cama, con los ojos llorosos y las energías por los suelos, su respiración se mantenía agitada y sus mejillas enrojecidas, ante esa imagen el cerebro de Bill no pudo evitar recordar la linda cara de Rex; con los ojos cristalizados y el arrebol sobre las mejillas, sus aires inocentes diluidos con los de la vergüenza. Toda una maravillas que le hacía perder la jodida cabeza, por esa razón no quería proseguir con el acto indecoroso.

El libertino retiró sus dedos, soltó un pesado suspiro dejando a la joven libre de todos sus dolores, ella se erigió, porque mientras todo sucedía ella se retorcía por la mezcla de abrupto placer y tosco resquemor que le brindaba el joven demonio. Melanie levantó la mirada y lo observó, su cabello tenía partes largas, estaba despeinado y con el flequillo cubría parte de sus ojos, ocultando el apagón que sufrió la llamarada de vulgar deseo que traía consigo el muchacho. Ella lo miró con extrañez, seguido a ello sus lágrimas cayeron, humedeciendo sus rojizas mejillas, Bill estaba ido, y ella, claramente, sabía la razón de su pasmo.

La joven no podía contenerse las tremendas ganas de gritarle lo maldito que era por haber hecho sufrir con su tosca actitud ante un momento de suma delicadeza; en ese instante ella comprendió que Rex, el dulce pequeño, jamás había disfrutado bajo el soberbio cuerpo de Bill, porque a simple vista se notaba que el único beneficiado en el acto era el demonio, quien sólo deseaba sacar a su bestia interna. Aun así, ella no podía tolerar la razón por la cual Bill había detenido su fuerte y tosca actitud, <<Está pensando en el insípido de Rex, ¡maldición! >>. Pensó al ver los ojos de Bill, azules y algo muertos.

Drugs and love© [Corrigiendo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora