Capítulo 26

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Las horas de tortuosa asistencia al instituto estaban por concluir, Bill miraba a través de la ventana manteniendo su mente sumida en recuerdos relacionados con el pequeño ángel

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Las horas de tortuosa asistencia al instituto estaban por concluir, Bill miraba a través de la ventana manteniendo su mente sumida en recuerdos relacionados con el pequeño ángel. Aquel niño ya tenía lo que ansiaba, su corazón y esas dulces palabras, sin embargo, parecía que Rex seguía inseguro ante sus sentimientos. Pero ¿Cómo no estarlo? Él podía decir que lo amaba, mas nunca pidió sellarlo con una simple petición, pero de todas formas lo tenía todo planeado, cada detalle, cada palabra estaba fríamente calculada, y eso desde mucho antes, más de lo que uno pudiese pensar.

Mientras el joven libertino se mantenía sumido en su propio mundo, la profesora de matemáticas dejó escrito en la pizarra las tareas que debían realizar. Nadie dijo nada, porque aquella mujer era todo un caso, un reclamo y llevarían extra.

—Joven Foster, tiene muchas tareas atrasadas, y he de suponer que los apuntes son ausentes en su libreta. —Le indicó la profesora, mientras se posicionaba con elegancia frente a Bill—. ¿Qué planea hacer? Porque yo le puedo dar los ejercicios y tareas pendientes, pero los apuntes es algo diferente, ¿tiene a alguien que le pueda ayudar con eso?

La mujer esperó una respuesta por parte del libertino, él la miró con indiferencia, de cierta forma le hastiaba escuchar su voz, así que comenzó a pensar en alguien que le pudiese ayudar con los apuntes, observó a sus compañeros, las chicas prácticamente cruzaban los dedos para que las eligiese, aunque otras tenían más osadía y le gritaban un « ¡A mí! ¡Por favor!». Bill gruñó y siguió en su mundo, hasta que sus ojos fríos se toparon con la curiosa mirada de Rex, que prácticamente decía: «Yo puedo ayudarte», además de parecer estar esperando que se lo pidiese. Y claramente no dudaría en hacerlo.

Volvió la mirada a la profesora, que ya estaba cansada que su pregunta fuese respondida por el silencio del joven. Pero al notar que Bill volvía a mirarla sonrió, él estaba dispuesto a mencionar quien sería la persona que lo ayudaría. Cosa que ya le daba un alivio a la mujer que odiaba esperar.

— ¿Y bien? ¿Quién será su afortunado compañero? —ironizó pensando en el pobre infeliz que le tocase lidiar con el joven maníaco frente a ella.

—Rex me ayudara con los apuntes. Y supongo que la tarea se la traeré el lunes de la siguiente semana. —explicó con la seriedad marcada en su rostro. Ella sonrió y prosiguió.

—Vale, podría darte un plazo más largo, eso si gustas. —Bill negó, la mujer por su parte miró a Rex y con una sonrisa dándole sus más sentidas condolencias dijo—. Joven Morgan, usted ayudara al joven Foster con los apuntes. Y sé que no me fallara, así que si él tiene duda, contéstesela.

Rex asintió mirando a la profesora, él no entendía su mirada, sólo entendía que estaría en casa con Bill ayudándolo con los deberes y dándole sus apuntes sobre la resolución de ejercicios. Eso sería el paraíso venido a la tierra para bien. Bill se giró y observó a Rex en la fila a su lado, estaba en el tercer pupitre, viéndole atontado y diciendo frágilmente un hermoso «te amo».

Drugs and love© [Corrigiendo]Where stories live. Discover now