Prólogo

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Piénsalo por un segundo: ¿Acaso un beso no es necesario?

Tu mente se blanquea y tu cuerpo recibe las agradables sensaciones. Cierras los ojos, agudizando tus restantes sentidos para poder disfrutarlo. No piensas en nada, sólo en el movimiento de tus labios y lengua.

Percibes el dolor y la furia en tu boca. No importa, estás segura de que a quien estás besando, recibe las mismas emociones de tu parte. No es un intercambio de saliva, más bien, es un intercambio de problemas.

Te sientes más ligera, aliviada y libre, mientras mueves tus labios con destreza sobre los de él. Descargas todo lo que tienes, das todo lo que tienes.

No es más que un intenso y caótico beso a escondidas, con el fin de una placentera catarsis.

Sabes que ninguno de los dos se hará líos en su cabeza pensando en lo mal que está besar a su mejor amigo o amiga. Ambos entienden que es una forma de suprimir por unos segundos las frustraciones amorosas por las que están pasando.

Se siente bien en un par de ocasiones, pero cuando ya se convierte en algo monótono y rutinario, olvidas por qué lo estás haciendo. No necesitan alcohol o drogas, tu adicción para olvidarlo todo es sencillamente un beso.

Luego de tantos que se dieron, ¿qué hará uno más?

Te detienes a analizarlo desde todos los ángulos:

¿Hay algo más allá que una forma de canalizar?

Si sus labios vuelven a chocar, ¿otros sentimientos surgirán?

Hasta un BesoWhere stories live. Discover now