Capítulo 1 | El comienzo de un vicio

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«Pensé que estaría mejor sin ti. No puedo dejar de pensar en ti. Ahora estoy con alguien nuevo, te quiero a ti»

Daniel.

Dirijo mi vista hacia el techo antes de que la fina capa de agua que se encuentra en mis ojos, se transforme en una regordeta y translúcida lágrima.

Mi mano termina de escribir la estrofa final de la primera canción de mi nuevo disco. Suspiro tratando de calmarme a mí y a mi estúpido corazón que aprieta mi pecho sin compasión.

"Son sólo recuerdos convertidos en pegadizos versos", me repite la molesta e incesante voz que habita en mi cabeza.

Releo la hoja en donde describí cada pensamiento, cada sentimiento y cada momento que pasamos juntos. Todo mi dolor está plasmado allí, con metáforas y rimas comprensibles.

Sin mi consentimiento, la primera lágrima sale disparada hacia el papel, deshaciendo y borrando el punto final.

Arrojo el bolígrafo contra mi escritorio y lo golpeo con mi puño cerrado, frenético porque después de tanto tiempo, ella sigue haciéndome débil. Natalia aún me afecta, la pienso y me hago daño. No importa cuántas canciones haya escrito descargando mi tristeza, nunca consigo terminar de superarla.

Lloro, grito, sollozo. Siempre es la misma secuencia al terminar una canción. Las inmensurables ganas de que vuelva, no desaparecen nunca de mi ser. Debería olvidarla, lo sé, pero sencillamente no puedo.

Esa es la realidad detrás de cada canción escrita por "el joven cantautor que es furor en todas partes del mundo; Daniel Lisboa". Quizás creen que las situaciones son parte de mi imaginación, pero cada cosa que describo, es exactamente lo que pienso.

Inevitablemente tomo mi celular y abro nuestro chat. Antes de hacerlo, reviso su foto de perfil; es una selfie de ella y su novio besando su mejilla.

Todavía recuerdo cuando era yo con quien compartía su foto de perfil.

Mis dedos teclean sobre la pantalla, de ello sale un para nada especial:
Hola.

Natalia contesta casi al instante. No tenemos la mejor conversación del mundo, ni mucho menos la más larga, pero con sus típicas frases, logra que las malditas lágrimas detengan su curso.

Entiendo que ella debe ser feliz, pero yo quería ser el causante de su felicidad.

***

Me encontraba sentado en una de las sillas decoradas de color rojo, que combinaba a la perfección con el mantel de la mesa que tenía en frente y con casi todas las decoraciones de la fiesta. Eran los quince años de mi mejor amiga: Tatiana, y yo era uno de los primeros en llegar.

Mi madre (mejor conocida como "la consejera del amor" entre sus estudiantes y mis amigos) mientras me ayudaba a hacer el nudo de la corbata que tengo en el centro de mi camisa, me dijo dos cosas de suma importancia.

La primera fue: Come bien, baila mucho y diviértete.

La segunda: Recuerda que ella tiene novio.

Y aunque mi mamá no lo haya notado, esas palabras sí que me habían lastimado.

Daba rítmicos golpes con mi dedo a la mesa, al principio no tenían ninguna intención más que matar el tiempo y quitarme el aburrimiento. Sin embargo, cuando vi a Natalia entrar al lugar, enfundada en un ajustado y esplendido vestido, y con un maquillaje que hacía resaltar cada perfección que poseía su rostro, el ritmo se convirtió en la melodía de mi siguiente canción.

Ella es mi inspiración, aunque sólo sea con observarla, mi cerebro se suelta y crea los mejores versos que podría escribir.

Su novio, quien antiguamente era su mejor amigo (y con quien me engañó mientras estaba borracha), la lleva del brazo, haciendo lo que yo ahora no puedo hacer.

—Hola, Daniel —me saluda con un beso en la mejilla. Deleito mis fosas nasales con su delicioso perfume de goma de mascar—. ¿Ya comenzaste a escribir las canciones de tu nuevo disco? —con su mano tantea la silla a mi lado y toma asiento.

—Hace algunos días escribí la primera, aunque todavía falta que le agregue el ritmo.

—¿No pensaste en hacer un estilo rap? Ya sabes —sus mejillas se hincharon y comenzó a hacer beat box, sin importarle quién la escuche o cuánto despeino su negro cabello con sus bruscos movimientos. Algunos sonidos salieron de su boca y no pude evitar observar sus gruesos y rojos labios mientras lo hacía.

Deseaba besarlos nuevamente, con esa forma tan impredecible y encantadora que teníamos; jamás sabíamos cómo serían nuestros besos hasta que empezábamos. Quería sólo guiarme por ella o que ella se guíe de mí, como solíamos hacer hasta desfallecer.

—O tal vez reggaetón —propuso Mike, el rubio novio de mi ex. Ambos bailaron lo que pensaban que era "reggaetón" cantando alguna canción de ese género.

—No es cierto —Natalia golpeó mi hombro con su mano para que no me lo tome a pecho—. Sabes que amo tus canciones.

Y me alegra saberlo, porque todas y cada una de ellas están dedicadas a su nombre.

***

Pasan todos esos ridículos e inútiles rituales que indican "el pasaje de niña a mujer". Juro que lo disfrutaría si no fuera por el hecho de que las fiestas de 15 años, me traen melancólicos y dolorosos recuerdos.

Ver a mi exnovia bailar con su actual novio, entre risas y empujones provocativos, mientras yo estoy sentado comiendo lo que sobró de la cena, me hacer dar cuenta de cuán patético estoy siendo en este momento.

Estoy en una fiesta con los ánimos por debajo del suelo, sin nadie con quien hablar o bailar. En resumidas cuentas; estoy solo.

Me levanto de mi asiento y paso a través de la pista de baile para llegar a un oscuro y tenebroso jardín. Supongo que esta parte no estaba habilitada para los invitados, porque la poca iluminación lo convierte en algo muy peligroso. Me apoyo contra la pared del establecimiento, sólo respirando el aire fresco de la madrugada.

Minutos después escucho gritos, tal vez una discusión. Sé de quienes se trata, esos bramidos son muy habituales entre ellos; Tatiana y Fabián. Mi mejor amiga y su novio.

Ella recarga su voz, aunque por la música y la distancia, se me hace imposible oír una palabra.

Fabián también le ha sido infiel a Tatiana, pero ella creyó que podrían superarlo, ya que él se encontraba arrepentido y dañado por la falta que le hacía. Desde ese tiempo, discutían por todo. Ella no se sentía bien estando a su lado, sin embargo, repetía que, estando lejos suyo, se sentiría peor.

Tienen esa extraña, adictiva y autodestructiva forma de amar.

Fabián, frenético por los gritos, quejas, insultos y todo lo que sale de la boca de su novia en tono de reproche, se ve obligado a decir una palabra. Porque eso es lo que se necesita para acabar con todo, una simple y desgarradora palabra que destruye por completo a mi amiga.

Su orgullo está delante de todo; no querrá perder una discusión, aunque sabe que haga lo que haga, ya ha perdido algo mucho más valioso que aquello. Exclama un insulto que seguro la mandaría al infierno y se aleja haciéndole una ofensiva señal con su dedo central.

El chico ingresa a la fiesta, seguramente a punto de regresar a su hogar. ¿Qué otra cosa podría hacer aquí, luego de lo ocurrido?

Tatiana me divisa y llega hasta mí mostrándose enfadada con la situación, con Fabián, con la fiesta, o más bien, con la vida en general. Observo su mandíbula tensa y sus ojos irradiando ira. El vestido rojo y la corona que lleva sobre su oscuro cabello, ironizan por completo lo que está sintiendo.

Pero, como era sabido, en la penumbra alcanzo a ver sus ojos llenándose de lágrimas y su labio inferior temblar con desesperación. Una lágrima deshace el inmaculado y perfecto maquillaje que llevaba puesto.

Toma mi rostro y me besa con violencia y determinación, intentando encontrar una maldita solución.

Y así, exacta y precisamente así, fue cómo comenzó el circulo vicioso en el que nos olvidamos de todo el dolor que llevaban nuestros corazones destrozados.

Hasta un BesoWhere stories live. Discover now