Capítulo 21 | Cambios

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«Estoy cansada de tener cuidado, de puntillas, tratando de mantener el agua caliente. Déjame debajo de tu piel. Ahí va, dije demasiado, se desbordó»

Tatiana.

Ahora comprendo a lo que se refieren con "montaña rusa" cuando de amor se habla.

No habría otra definición para el tipo de relación que mantengo con Fabián Molina. Un amor tan impredecible y enredado que apenas puedo apreciarlo.

Un día podíamos gritarnos y reprocharnos lo que sea que venga a nuestras cabezas, y al siguiente nos besábamos con fogosidad y nos decíamos las cosas más bonitas, cursis y empalagosas que pudieran existir.

No podía evitar compararlo con Daniel; aquel perdido chico que siente aflicción y busca en mí un calmante, una medicación que detenga su dolor de cabeza por algunos segundos. Con él todo era muy rutinario y predecible, pero que no dejaba de ser agradable.

Varias veces noté que aquella vida que llevaba anteriormente de "chica saludable", se esfumó por completo. Dejé de ir al gimnasio donde practicaba boxeo y olvidé el tema de la comida que le hace bien a mi cuerpo. Sin embargo, pienso que sólo fue una etapa en la que buscaba distracción. En la actualidad mi distracción (si puede considerarse así) es Daniel.

—Sabes que estamos en la semana de la dulzura, ¿cierto? —le pregunto a mi novio mientras acaricio su rubio y sedoso cabello.

—Lo sé —asevera elevando su mentón.

—¿No me regalarás nada?

—Esas son tonterías con las que los negocios se aprovechan e incrementan las ventas de sus productos.

—Pero a mí me gustan los dulces y esas "tonterías" —murmuro con un deje de tristeza.

Sé que no puedo pedirle nada, no estamos en esa posición. Si a él no le nace regalarme un dulce no puedo obligarlo, ni exigirle que lo haga. Después de todo, que a mí me gusten estas fechas no significa que a él sí.

Inconscientemente palmeo mi bolsillo donde está resguardado el chocolate que Daniel me obsequió sin siquiera pensarlo demasiado. Sé que él está pasando por una mala situación, y sin embargo se tomó la molestia de ir hasta la tienda y comprarme una golosina. Cosa que Fabián no.

***

—Oye, ya armé el plan para destruir a Amberly —Amanda se acerca cuando salgo del colegio.

—¿Qué haremos? —pregunto sin dejar de caminar y mirando al frente, como si en realidad no estuviéramos hablando.

—La semana próxima, en la fiesta de 15 de Julieta...

—Espera —corto su maligno plan—. ¿Cómo sabes que la semana próxima será el cumpleaños de Julie?

—La sigo en Instagram y no deja de subir instastories acerca de ello. Como sea, ese no es el punto. La idea es que tú me dejes entrar a la fiesta y colocaré un vídeo demasiado humillante de Amber que pude conseguir con uno de mis contactos. Se verá espectacular con el proyector que hay en el salón.

Un nuevo dilema nacía en mi ser; ¿debería seguir con la venganza hacia Amber o desistir de todo esto? Sería tan insensato que la tratara de zorra cuando yo estoy engañando a mi novio con Daniel.

Quizá debería dejarla vivir feliz con Erick, pues últimamente no ha estado interfiriendo en la relación que tengo con Fabián. Aquel beso que ocurrió entre ambos fue hace mucho tiempo y no entiendo por qué sigo guardándole rencor.

—Me parece perfecto.

La envidia se acentuó en mi cuerpo al verla pasar sola, meneando su larga y dorada cabellera que posee unas ondas playeras totalmente naturales. Luego observé el mío; negro, medianamente corto, lacio y sin gracia.

Hasta un BesoWhere stories live. Discover now