Epílogo

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«Sólo somos un par de niños escabulléndose tarde por un beso» 

Tatiana.

Soledad.

Apenas oír nombrar aquella palabra y saber su significado te hace estremecer. Te confías en que los sinónimos son oscuridad, tristeza, desesperación, lágrimas que no cesan hasta que tus ojos quieran sangrar, punzadas de un profundo dolor, sentimientos que te dicen que no vales la pena porque nadie te lo puede explicar, inmensurables ganas de sentirte amada por alguien más.

Bien, exagero. Pero muchas veces las personas creen ciegamente que una de las peores cosas que pueden ocurrir en la vida es no tener pareja, no encontrar a la famosa media naranja que te hace sentir completa.

¡ES DRAMATICAMENTE FALSO!

La soltería es un estado, no una tragedia. De hecho, en este momento me siento mucho más libre de lo que me sentía en muchas de mis relaciones. Yo no necesito de nadie para sentirme completa, no necesito que me sostengan antes de caer o me digan cuánto valgo para que lo crea.

No hablo por rencor, sino por la independencia que pude formar gracias a las experiencias. "Estar sola" me ha abierto los ojos y me ha hecho percibir que no todo es como lo pintan las personas a mi alrededor. Y sí, lo digo entre comillas porque no me siento sola, decenas de personas están cerca de mí todo el tiempo. ¿Saben? No tener una relación con un chico no me quita el derecho de estar acompañada por amigos o familiares y sentirme igual de feliz.

Sin embargo, dejando de lado tanto palabrerío, hay una promesa que hice hace un tiempo y no romperé.

—Nunca me has dicho por qué nos besábamos, quiero saberlo, me causa curiosidad. ¿Por qué me seguías la corriente, Tatiana?

Nada de lo que le pudiera decir explicaría por completo mis sentimientos. Él tiene razón, tuve la oportunidad de detenerlo cientos de veces, pero al parecer olvida que yo fui quien inició aquella costumbre que me tomó tanto tiempo deshacer.

—Daniel, eres tan ingenuo... Besarnos reduce los niveles de cortisol, la hormona del estrés, y aumenta los niveles de oxitocina —mi amplia sonrisa no parece convencerlo.

—¿De dónde sacas esas cosas? Filofobia, oxitocina, cortisol; ¿de verdad prestas atención en la escuela? —se burla y me da un pequeño empujón con su hombro.

Me detengo unos segundos en sus facciones. Desde que Amber llegó a su vida las sonrisas son habituales en su rutina. ¿Recuerdan aquel Daniel que repartía alegría por doquier? Está aquí, nuevamente salió a flote y eso no podría llenarme más de paz.

—Ay, cállate. Henry, tienes al padre más estúpido del mundo, ¿lo sabes? —una pequeña distracción de parte del can basta para que Daniel se vuelva débil y se torne fácil la tarea de arrojarlo en su piscina. Me levanto para olvidar que en algún momento creí que yo causaría las emociones que Amber provoca. La música parece resonar con mucha más fuerza, casi siento que los vidrios tiemblan—. ¿Sabían que Nike es mi pareja favorita en el mundo? —les susurro sosteniéndome de sus hombros.

—¿Qué quieres, Tati? —el tono de Mike suena cansino, está molesto porque acabo de interrumpir su beso. Despeino su rubio cabello para que cambie esa expresión que lleva.

—Henry no me dejará en paz hasta que alguien juegue con él —su cola se mueve de un lado a otro en emoción, dando rítmicos golpes en mi pierna. Le alcanzo la pelota de tenis sumamente babeada y asquerosa a Natalia—. Tengo que hacer algo. Entreténganlo, ¿sí?

—¿Acaso tenemos otra opción? —cuestiona Natalia, pero ya estoy lo suficientemente alejada para que sepa la respuesta. Lo siento, Nats, me aprovecho de tu nobleza.

Hasta un BesoHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin