Capítulo 14 | Hay una falla

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«Pensó que todos decían que era muy fuerte. Lo que no sabía era que apenas podía salir adelante. Pero ella sabía que estaría bien, así que no dejó a nadie meterse en su camino»

Daniel.

Sus azules ojos se ven hermosos desde este ángulo, resaltan de su rostro y combinan con su vestido. Su cabello es negro y tan largo que llega a su pequeña cintura. Sus labios gruesos y pintados con un rosa que se asemeja a su color natural.

Pude notar las miraditas indiscretas que me había dado a lo largo de la fiesta, no me quedó otra opción que alejarme de Tatiana para llegar a esta desconocida chica.

Cuando sus amigos se distanciaron de ella, vi la oportunidad perfecta. Me acerqué y decidimos ir a una habitación para "conversar más a gusto". La luz es tenue y el espacio muy reducido. Sólo cabe una cama y una silla giratoria que hay en la esquina contraria.

Nos encontramos frente a frente, a una distancia inadecuada para ser que nunca nos vimos. Sus inquietos ojos no pueden concentrarse en otra cosa que no sean mis labios. Si Dios quiere, esto terminará en un gran beso.

Sus irises azules me incomodan, pero sé que, durante el beso, no los veré. Quizás lo que me perturba sea que son distintos a los de cierta chica, que ese detalle es lo que las diferencia. Porque muy en el fondo sé que eso es lo que me atrae y estuve buscando durante la fiesta; alguien que se pareciera a ella.

Claro que sólo físicamente, pues nadie se iguala a Natalia Milington.

Coloco mi mano en la mejilla de la chica y automáticamente sus parpados caen, los míos también. Me acerco con lentitud, esperando que me aparte o me rechace. Cuando nuestras narices se rozan, percibo su aliento.

Huele a goma de mascar y al llenar mis fosas nasales con el aroma, no puedo evitar recordar el perfume de Natalia. Mi mente se llena de recuerdos. Escucho con claridad su risa en mi oído, su expresión de felicidad e incredulidad cada que le llevaba un regalo y la sensación de nuestras manos entrelazarse mientras una enorme sonrisa se instalaba en mi rostro.

No puedo hacerlo. No puedo besarla, no cuando me recuerda a ella. Bajo la cabeza, negándome a nuestro beso. Doy un largo suspiro y voy a sentarme en la silla giratoria.

-¿Problemas familiares, un amor imposible o una exnovia que atormenta tu mente? -pregunta de forma serena, desde el otro extremo de la habitación. Apoya sus caderas en la pared y me observa con una sonrisa de confianza. Por lo que puedo ver, ella tiene demasiada experiencia en estas cosas.

-La última -contesto con un tono cansino.

-Esas son las más difíciles -una de sus comisuras baja, lamentándose por mí-. Si fuera tú, intentaría superarla como sea. Una buena forma de hacerlo sería besar a una chica de ojos azules -le dedico una mirada de "¿estás hablando en serio?" al sugerirse a sí misma cuando la acabo de rechazar-, pero respeto tu decisión.

En ese preciso momento, Tatiana abre la puerta. Sus ojos están rojos y lágrimas salen junto con sollozos que la hacen respirar con dificultad. No dice nada, pero por sus expresiones faciales sé que le alivia encontrarme.

-¿Qué ocurre, Tati? -mi voz es sensible, como si temiera que su llanto aumente si lo elevo- Ven -hago un ademan con mi mano.

Tomo sus brazos y la siento sobre mi regazo. Se refugia en mi pecho, quizá necesitando contacto humano o simplemente saber que tiene a alguien a su lado.

Tatiana quiere lucir como una persona fuerte, pero cuando realmente se siente al borde, llora y se desahoga con quien sea. En ese momento no piensa en la imagen que se empeña en dar, sino en mostrarse como es, sin importarle cómo la vean.

Hasta un BesoWhere stories live. Discover now