Capítulo 31 | Símbolos y significados

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«¿Cómo puedo decir esto sin romperme? ¿Cómo puedo decir esto sin tomar el control? ¿Cómo puedo ponerlo en palabras? Cuando es casi demasiado para mi alma solitaria. Amé y amé y te perdí. Y duele como el infierno» 

Si todavía no vieron el booktrailer de esta novela, lo puse en "Booktrailer y personajes" antes del primer capítulo. Vayan y díganme qué les pareció. Besos.

 Tatiana.

Me encontraba paralizada, estática en mi lugar, incrédula a la noticia que Natalia y Mike me estaban dando. Sus ojos destellaban sinceridad y sus semblantes expresaban lamentación. Mi corazón apretaba en mi pecho, mi respiración se vio radicalmente afectada.

¿Cómo siquiera se le ocurría a Daniel pensar en el suicidio?

No debí alejarme de su lado, él me necesitaba y yo huí por miedo a que mis sentimientos se vieran dañados. ¡Por Dios! Él estaba sufriendo y yo estaba siendo totalmente egoísta, sólo pensaba en mí, jamás en él. Creí que, si las marcas en sus brazos ya no se hacían presentes, significaba que lo había superado, pero la verdad es que no se autolesionó porque pronto haría algo de mayor magnitud.

Arrojarse a las vías del tren.

—¿De verdad lo hizo? —titubeé al borde del llanto.

Nats permaneció callada, como si al decirlo el dolor se intensificara más. Bajó la mirada y le dio la palabra a su novio para que responda con mayor firmeza.

—Sí.

Mi mente proyecta a Daniel sobre las vías, con la mitad superior de su cuerpo en un riel y la parte inferior en otro. Casi puedo distinguir sus intestinos esparcidos alrededor, siendo comidos por un animal carroñero y decenas de gusanos. Litros de sangre tiñen la superficie mientras su pálido rostro se mantiene tieso, con su boca y ojos abiertos de la forma más espeluznante.

Un escalofrío me recorre de pies a cabeza ante tal imagen. La lágrima que se escapó de mi ojo había pasado desapercibida hasta el momento que sentí el frío y la picazón, la quité con mi palma cuando sorbí por la nariz.

No puedo describir la inmensurable gratitud que le tengo al destino, a Dios o a quien sea que lo haya evitado. No puedo respirar con calma porque sé que esto no ha acabado, pero un pequeño alivio se siente refrescante en mi cuerpo porque sé que eso no ha sucedido.

Daniel.

Oigo un agudo grito, sin embargo, no me atrevo a abrir los ojos. El aturdidor claxon del tren me obliga a mantenerme quieto en mi lugar, sin posibilidades de cambiar mi opinión o forma de pensar. El impacto llega a mi cuerpo con un gran Ímpetu, quitando todo el aire que mis pulmones pueden llegar a tomar.

El ruido de las ruedas chocando contra las vías se aleja, pero no siento absolutamente nada además del empujón. Finalmente, el tren se va y me digno a abrir los ojos. Encima de mí está Amberly Fisher, la hermosa rubia que acaba de tirarme a un lado del riel para que pueda seguir con vida.

Se levanta de un salto y me entrega su cálida mano para ayudarme a mí. Sigo sin creer que aquella esperanza que anhelaba tanto, se tratara de Amber, jamás hubiera pensado en ella.

—Me has salvado —balbuceo en un intento de convencerme de que es real.

—Lo sé —tomo su mano y afianza su agarre para obtener la suficiente fuerza para levantarme. Rozar su piel, tener contacto cuerpo con cuerpo con alguien, se siente extremadamente maravilloso. Creí que nunca volvería a experimentar esa sensación—. Alejémonos de aquí, no me agrada la idea de los accidentes.

—No fue un accidente —elucido luego de emprender el viaje cuyo destino desconozco. Simplemente me dejo guiar por ella. Sus ojos me miran expectantes, oscilando hacia la curiosidad, pero manteniéndose en la línea de la amabilidad—. Me iba a suicidar.

Hasta un BesoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora