Capítulo 12 | Ojos o boca

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«¿Por qué tienes que ser tan honesta? Ya no tengo tu corazón. ¿Por qué me tienes que hacer sentir tan inseguro?»

Daniel.

La boca siempre me pareció más atractiva que los ojos.

Piénsenlo por un segundo; con la boca comemos, hablamos, reímos, sonreímos... Besamos.

En cambio, con los ojos nos comunicamos, con una mirada somos capaces de comprender qué es lo que intentan decirnos. Si se abren demasiado indican sorpresa, y si se achican muestran desconfianza. Guiñamos, vemos, leemos... Lloramos.

¿Ahora entienden mi punto?

Pues, la niña que tengo en frente mío, sostiene una gigantesca y casi maniática sonrisa, pero sus ojos gritan que se siente insegura, dudosa y asustada.

—Mi amiga quiere besarte —fue el inicio de la situación. Un chico de ojos miel y cabello caoba se sentó a mi lado, en pleno receso para decirme aquello.

Jamás en mi vida lo había visto, incluso me atrevería a decir que es un año mayor que yo. Señaló a su amiga que se encontraba del otro lado del corredor, ella parecía tener sobrepeso y su cabello estaba tan enredado como mi vida. Para ser sincero, no era muy atractiva.

—Pero yo no la conozco —volví mis ojos a los de aquel desconocido.

—Sólo es un reto —su voz era calmada, quería persuadirme—. Es sin compromiso, lo juro.

Esto es algo habitual en la secundaria; los retos pasan a ser cotidianos, pues es su forma de divertirse entre clase y clase. Desde mi punto de vista, estos juegos son inmaduros.

—¿Por qué a mí? —indagué. Ellos ni siquiera me conocen.

—Ya, no le des más vueltas. No es para tanto —para él, eso era insignificante—. ¿Quieres que te dé un consejo? —estuve a punto de decirle que no, pero siguió hablando— No te fijes en la apariencia de la chica, si tienes la oportunidad de besarla, hazlo. Besa a todas las chicas que puedas, por más que las consideres "feas". Algún día llegarán las bonitas, mientras tanto, disfrútalo.

Su consejo me dejó pensando en si tenía lógica alguna o era puro palabrerío con el que intentaba convencerme de cumplir el reto de su amiga.

Sin embargo, confié en él.

Quizá yo estaba armando todo un escándalo por un roce sin intenciones de maldad.

Suelo tener más amigas mujeres que amigos hombres, por ende, oír las palabras de un chico, me hizo pensar en si debería ser más espontáneo acerca de los besos. Todos los adolescentes se toman a la ligera estos temas, en especial los varones. ¿Por qué yo debería ir en contra de mi género?

La mayoría de chicas (en esta lista no incluyo a Tatiana) dramatizan lo que ocurre con un beso. Y sí, yo estaba besando a mi mejor amiga todo este tiempo y no me pareció algo de gran magnitud. Ambos nos teníamos la confianza suficiente y nos conocíamos a la perfección como para entrever lo que ocurriría luego.

Pero con una desconocida es completamente diferente. Esperé que ella dijera algo, después de todo, este era su reto.

Sus ojos desbordan incertidumbre, pero no deshace la sonrisa de confianza para que sus amigos no sospechen que por dentro está jodidamente asustada. Alrededor de nosotros hay unos cinco o tal vez seis chicos, a la expectativa de nuestros movimientos. En otras palabras, chismosos que buscan entretenimiento en el receso.

La chica de cabello oscuro y despeinado, la cual aún no sé su nombre, se acerca con nerviosismo y vergüenza hasta quedar frente a mí. Y antes de siquiera prevenirlo, toma mi rostro y me da el tan extraño beso.

Fue rápido, pero pude notar que sus labios no tenían chiste, que el beso era insípido y sin gracia. Inevitablemente, me llevó al recuerdo de cuando salí con Amanda y debía fingir en cada uno de nuestros besos, mientras de reojo observaba a Natalia.

Sin volver a mirarme, manteniendo la cabeza gacha, se fue con sus amigos a otra parte, estos reían a carcajadas por el atrevimiento de su amiga. Mientras, ella disfrutaba de la aceptación que sus compañeros le daban.

Regresé al salón para continuar con las clases, cuando un repentino sentimiento apareció en mi mente, casi olvidaba cómo se sentía, pero allí estaba.

Era la inspiración; el beso logró que me inspirara.

—Wow, nunca te vi escribiendo tan veloz —comenta Clara, una de mis amigas, reconocida por su cabello fucsia.

Lo que uno es capaz de hacer por amor.

Perder su orgullo, pero jamás su corazón.

Conseguir un poco de atención, por esa persona que le enseña otra visión y aviva el fuego que habita en su...

Son frases que, si puedo conseguir unir con sentido y rima, lucirán bien en una canción feliz.

—Debo aprovechar este momento —contesto. Tamborileo mi bolígrafo contra la libreta, pensando en cómo continuar la última frase.

—Claro, te dejaré trabajar. Sé que algún día me lo agradecerás, un poco de dinero no me caería mal —bromea antes de continuar con sus tareas.

Por la letra que estoy escribiendo, pareciera que volví a enamorarme. Y hubiera deseado con mi alma que fuera cierto, pero no. Sólo recordé aquel momento en el que descubrí que no tenía limites cuando de conseguir a la chica que amo se trataba.

Quizás el distanciamiento con mi exnovia sí estaba funcionando. Es como cuando necesitas estudiar y apagas cualquier aparato electrónico para no distraerte y concentrarte plenamente en el estudio. Suprimir a Natalia de mi vida, surtía el mismo efecto.

Es una etapa de sufrimiento. Claro que sí, pero es requerida.

Las palabras fluyen de mi mente, como hace tanto tiempo no lo hacían, encuentro las letras adecuadas sin pensarlo demasiado.

¿Quién diría que el bloqueo desaparecería con un beso?

***

Su indiferencia me quemaba, y me sentía como un completo estúpido por preocuparme por eso. ¿No era exactamente lo que yo estaba buscando?

La insulté para que deje de hablarme, pero esa no era la solución que quería. Quizás era la más efectiva, por eso el dolor seguía.

No le encontraba el sentido a publicar algo en las redes sociales, pues ella no lo vería. Tampoco contar un chiste o bromear, porque no escucharía sus risas. Me sentía fuera de mí, como si se tratara de una persona completamente distinta.

Como si tuviera otra identidad.

Ya no tenía más propósitos que descargarme escribiendo.

¿Qué estará pensando ella? ¿Ya me habrá olvidado? ¿Se sentirá más libre sin mí alrededor?

—¡Esta canción es perfecta! —exclama Elías al terminar de leer las letras que compuse— Te felicito, Daniel. Sabía que podrías hacerlo.

—Gracias —una indiscreta sonrisa sale de mis labios, y juro que hace mucho tiempo no sonreía.

—Si sigues escribiendo así las próximas dos canciones necesarias, tendrás el disco asegurado —me transmite sus buenas energías, haciéndome creer que mi carrera musical no se estancará, que podré seguir adelante.

—Oh, Dani —mi madre no tarda en acercarse a mi lugar y abrazarme con efusividad.

Ella está llena de orgullo por todo lo que pude conseguir. Un disco completo escrito por un chico de 15 años no es para nada fácil. Me aparta y me observa directamente a los ojos.

Maldigo en mi mente por recordar los ojos de Natalia, con sus largas pestañas e irises de color café. Su mirada me persigue, incluso en los momentos más inadecuados.

¿Ven por qué prefiero la boca a los ojos?

Si ahora mi inspiración pasó a ser los besos, ¿qué ocurriría si besara a Natalia? ¿Podría algún día volver a hacerlo?

Hasta un BesoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora