Capítulo 36 | Un simple chico más

340 31 5
                                    

Esta canción me recuerda tanto a cuando Nats y Dani terminaron💔

«Sé que la amas, pero se acabó, colega. No importa, guarda el teléfono, nunca es fácil alejarse. Déjala ir, todo saldrá bien. Va a doler por un tiempo, así que anímate, olvidemos lo de esta noche. Encontrarás a otra y estarás bien» 

Daniel.

—¿Alguna vez te emborrachaste?

¿Quién cree que soy? ¿El exnovio de mi amiga?

—Nunca. No me gusta mucho el alcohol.

Supongo que ya saben dónde estoy, ¿cierto?

La psicóloga que mi mamá encontró no parece tan mala después de todo. Si la miras con detenimiento tiene cierto parecido con Angelina Jolie.

La habitación blanca con un ventanal en una de las paredes es más relajante de lo que creí, incluso los sofás son acolchonados y exageradamente cómodos. Lo único que trae color son dos plantas a los costados de la puerta y una biblioteca que contiene un marco con la foto de una bebé, supongo que es su hija.

Luego de repasar mi análisis que formé apenas entré, me vuelvo a centrar en la mujer sentada frente a mí.

—¿Probaste alguna clase de drogas? —su apacible voz es todo lo que se oye.

¿Los labios de Tatiana cuentan?

—No.

—¿Sentiste algún cambio en tu rutina de sueño? ¿O de apetito? ¿Te sientes con energía la mayor parte del día?

—Por las noches es muy difícil que duerma, incluso estando en silencio y bajo la oscuridad, me cuesta demasiado conciliar el sueño. Quizá duermo unas 4 o 5 horas al día. Y siento hambre, todo el tiempo quiero llenar mi garganta con comida. ¿Sentirme con energía? —doy una corta carcajada mientras poso mi brazo sobre el respaldo del sofá— Mi cansancio se puede percibir a kilómetros de aquí.

Tacha algunas cosas en la libreta que tiene en manos y anota otras.

—¿Alguna vez te autolesionaste? —me da una mirada inquisitiva por el retraso con el que contesto.

—Me arrepiento de haberlo hecho —confieso con una mueca que roza la tristeza—. Ella dijo que no lo haga, pero en ese momento no podía pensar correctamente, sólo quería... No lo sé, respirar. Cuando el vidrio rasguñaba mi piel sentía dolor físico, pero no emocional. Sin embargo, luego de eso no me sentí satisfecho. Incluso su decepción me dolió más que las cortadas.

—¿Ella? ¿Quién? ¿Tu madre?

—No —me apronto a decir cuando carraspeo—. Tatiana, mi mejor amiga. Ella es la única que sabía lo que realmente me ocurría.

—Oh —se limita a decir. Su expresión me resulta indescifrable—. Continuemos. ¿Has tenido pensamientos suicidas?

—Sí, y un intento también. Por suerte, creo, llegó Amberly y me salvó de mis impulsivos actos —alza las cejas en sorpresa y sigue escribiendo.

—¿Desde cuándo te sientes así?

Hago una mueca mientras miro a uno de mis costados, cuento los días en mi cabeza, pero esa manía mía no se la diría.

—Alrededor de siete meses, cuando Natalia me terminó.

—Por lo que veo —se cruza de piernas antes de seguir con la frase—, hay muchas chicas en tu vida. En menos de cinco minutos me has nombrado a Tatiana, Natalia y Amberly. Yo no quiero insinuar nada, pero vi cruzar un destello en tus ojos al nombrar a una de ellas.

Hasta un BesoOnde histórias criam vida. Descubra agora