Capítulo 4 | No me molestes

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«Todos queremos una fantasía adolescente. La queremos, pero no podemos tenerla y cuando la conseguimos no parece que la queríamos»

Tatiana.

Todos sabían que, tarde o temprano, esto se iba a acabar.

Pero ninguno de ellos había estado en mi lugar o siquiera en el de él. Ellos no sabían lo mucho que me estaba doliendo y cómo ardía en mi ser.

No importaba si era sabido que el final se acercaba, yo amaba a Fabián como a nadie. Por él estaba dispuesta a hacer todo. Habíamos pasado por mucho en estos dos años juntos, y yo lloraba cada momento acurrucada en mi cama.

Él era conocedor de toda mi vida y ahora que no estaba, sentía que se había llevado una parte de ella. Mi vida ya no sería igual. Eso me quedaba claro.

Me sentía devastada, mi cabeza no dejaba de recordarme sus palabras. El silencio no ayudaba en lo absoluto, así que pronto mis amigos habían llegado.

—Vamos, Tatiana. Es sólo un chico —Julie intenta animarme.

Julieta es una de mis mejores amigas, es muy inquieta e intrépida. Jamás la he visto sin su coleta, su cabello siempre está amarrado de esa forma, a veces de una manera elegante y formal y otras veces más casual.

—Tú sabes lo que se siente y entiendes que no es tan simple. ¿Qué harías si Facundo te terminara?

—Me destruiría —responde sin siquiera titubear.

Ambas habíamos pasado por una racha de rompimientos. No importaba con qué chico saliéramos, no podíamos mantenernos en una relación por más de tres meses. Facu es su novio hace dos años, y ellos no han tenido problemas.

—Yo también —combina él.

Doy un suspiro de frustración. Realmente no sé qué hacer para no pensar en Fabián.

—Nats, ¿tú que hiciste para superar a Fabs? —pregunto cuando siento que se me acaban los recursos. Aunque ellos no fueron novios, Natalia estuvo enamorada de él por mucho tiempo.

Ella y Mike; su novio, se dan una mirada cómplice y divertida.

—¡Cómo desenamorarte de una persona en cinco simples pasos! —exclaman al unísono, como si se tratara del título de alguna película.

—¿De verdad son simples? —estoy cansada, y cinco pasos son muchos. Necesito algo rápido y efectivo.

—Tardé unos meses en superarlo, pero yo creo que sí funcionaron —me informa haciendo una mueca.

No puedo esperar meses, necesito que esto se me quite ya. El dolor en mi corazón se expande con cada respiración que mi cuerpo da.

Respiración...

¡Eso es! Luego del beso con Daniel que me dejó sin aire, volví a pensar en Fabián. Pero en los segundos que compartía saliva con mi mejor amigo, no estaba sufriendo por las recientes noticias.

Quizás, eso sea todo lo que necesite. Sólo un beso de Daniel.

—¿En qué piensas que estás sonriendo? —cuestiona Facundo, quitando uno de sus rubios rulos que caía por su frente y obstruía su visión.

—¿Qué estará haciendo Fabián en estos momentos? —ignoro la pregunta de mi amigo, nadie me lleva la contra o intenta averiguar sobre mi pequeña sonrisa, pues mi estado es deplorable y sienten lástima por mí.

—Conociéndolo, debe estar durmiendo —contesta Natalia—, o con una resaca que le partiría la cabeza en dos —todos le dan una mala mirada, se suponía que no tenían que contestarme para que olvide ese tema—. ¿Qué? Es la verdad. Fabián no sabe controlarse con las bebidas.

Hasta un BesoWhere stories live. Discover now