Capítulo 22 | Catalina

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«Estás con alguien que no puedo ser, pero puedo decir que eres feliz. Es hora de que yo finalmente conozca a alguien nuevo, llevarla a todos los lugares a los que fuimos. Y ella podría ayudarme a olvidar, pero amarla es algo que nunca podría hacer porque te tenía»

Daniel.

Mi estabilidad emocional se tambaleaba en la cornisa de una montaña, pronto caería y rodaría hasta quedar en lo más profundo de algún barranco.

En cualquier momento ocurriría y yo era consciente de ello. Cada día me sentía más atrapado y hundido en un amargo y oscuro sentimiento que odiaba tener. Me sentía vacío; sin energías, sin fuerzas, sin vida.

Necesitaba ayuda, pero era incapaz de pedirla. Seguiría agobiándome en los problemas que mi mente creaba y deseando vivir en el pasado, repitiendo preciados momentos que había guardado con esmero.

Ante el descubrimiento del cabello en mi almohada, no pude hacer más que inventar un escenario en el que en realidad Natalia había estado en mi habitación, acostada a mi lado, susurrando cosas en mi oído y respirando cerca de mí. Pero al ver el largo del cabello esa absurda e insensata idea se fue directamente al cesto de la basura.

Pues la perteneciente de ese cabello era Tatiana Castillo; mi mejor amiga y la chica que beso cada que necesito. Lo cual tiene más lógica porque ella varias veces ha venido a mi casa y no sería extraño que un cabello suyo cayera en mi almohada.

Pero, ¿acaso eso no era una señal?

—Les tengo un obsequio —anuncia mi padre con emoción, mirándonos a mi hermana mayor y a mí alternadamente. Luci esboza una sonrisa apenas oírlo decir esas palabras.

De una silla saca dos bolsas de papel que tienen impreso el logo de una marca de ropa sumamente reconocida y costosa. Nos entrega una bolsa a cada uno y vuelve con mi madre para sostenerla de la cintura mientras ambos nos ven con ternura.

Lucía abre la suya y admira un vestido con tonalidades violetas y algunas perlas en la falda. De la mía saco una camisa sin mangas que, aunque luce muy casual, no deja de verse bonita.

—Gracias, papi —ella se lanza a sus brazos—. Ya mismo iré a probármelo —dicho eso corre hasta dar con su habitación.

—¿Y tú? ¿Te gustó tu regalo? —la masculina y grave voz de mi padre hace que mire en su dirección. Asiento en respuesta— Ve, pruébatelo. Quiero ver cómo te queda.

Hago lo que me dice, pero un serio problema se aloja al observarme en el espejo de mi habitación. No sólo mis brazos están descubiertos, dejando ver la cicatriz que yo mismo me provoqué, sino que la camisa me queda pequeña, mi barriga se ve más hinchada y redonda que antes. Siento que en cualquier momento la tela se rasgará únicamente en esa zona.

Dos toques se escuchan en la puerta y, luego de una respuesta afirmativa, toda mi familia se adentra. Luci ya tiene puesto su vestido que, al parecer, le ha quedado bien.

—¿Te equivocaste de talle? —le pregunta mi madre al ver lo mismo que yo. Se acerca a mí y revisa en mi espalda la etiqueta.

—Claro que no. Es la talla que siempre le compras tú —contesta con extrañeza. Mamá lo confirma y toma mis hombros para vernos a ambos en el espejo.

—Creo que has crecido, ahora eres una talla más —baja una de sus comisuras hasta que su mirada cambia drásticamente—. ¿Qué es esto? —me gira y agarra el brazo en el que tengo la herida.

—Una cicatriz —le contesta su esposo en un intento de chiste, sin embargo, nadie ríe.

—Daniel ha estado con una chica con garras como uñas. Roar —interviene mi hermana, haciendo un ademan con su mano que imita a la de un león. Claramente su comentario tiene insinuaciones detrás.

Hasta un BesoTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang