v e i n t i n u e v e

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Decir que no se sorprendió de encontrar a un Jungkook en la puerta de su departamento a la una de la mañana con los ojos llorosos, bastante fuera de sí, fue algo que en realidad si la sorprendió bastante; estuvo a punto de regañarle el menor solía hacer eso cuando aun vivía en casa de su padre, a veces solo le gustaba fastidiar o quedarse en compañía de su hermana, más nunca había aparecido con aquel aspecto.

Su mente solo podía procesar que algo había pasado con su amor no tan platónico en la actualidad, pero reconoció aquel perfume y el sobre que el menor abrazaba como si fuera lo más preciado que tuviera.

-Nonna...- Su voz se quebró, había logrado llegar ahí sin correr peligro, pues, aunque pareciera que huyo de casa, su padre lo había llevado hasta ahí. Y había retenido el llanto durante aquellos minutos de silencio, limpiando sus lagrimas rebeldes, pero el estar frente a su hermana, no pudo detenerlo más.

-Vamos, pasa.- El menor asintió, en cualquier situación diferente reiría por el aspecto de Somin, pero no sabía ni siquiera que decirle a su hermana. Jay había aparecido en el pasillo con el ceño fruncido un poco molesto de que alguien tocará a su puerta aquella hora de la noche.

Jungkook se adentró en la habitación de la pareja, sentía sus piernas debiles. Notó que los había levantado, la cama estaba desordenada como si hubieran estado profundamente dormidos, él igualmente estaba cansado, pero era más bien un agotamiento mental después de haber procesado toda la información que su padre le había dado, su madre, su madre biológica, quería saber más y no podía con su padre estallando en llanto ante todos los recuerdos que tenía de la bella mujer, de la cual, sabía que llevaría su amor hasta el día de su muerte.

Pidió disculpas, sabía que el hombre se sentía culpable, lo veía en su mirada desde hace dos años, siempre era una emoción entre el alivio y la culpabilidad.

Sus dedos cosquillearon, a pesar de que sus terapias habían terminado junto con su segundo año escolar, había ocasiones, en que sus dedos cosquilleaban, y sus emociones se salían de su control, tenía que concentrar su atención en otra cosa, pero ¿en qué? Su mente estaba atascada de información, su mente estaba al borde.

Jay entró a la habitación, tenía una taza de te que inmediatamente le hizo llegar al muchacho de mirada perdida. Sus ojos no lucían igual, eso le preocupaba a Somin, que aun estaba preparando la habitación de invitados, tenía un nudo en la garganta y un mal sentimiento instalado en su estómago, escuchó nuevamente el timbre, su mente estaba tan ocupada en Jungkook y el cómo debía sentirse, que no se cuestionó quien podía estar en la puerta de su departamento. Y así, con la preocupación instalada en sus ojos y un temblor en sus manos, abrió la puerta, para encontrarse con la misma mirada de su padre: miedo, preocupación, culpabilidad.

Recordó su reencuentro, ella sabía todo lo que pasaba con su familia por Jin, ellos nunca perdieron contacto después de que se separaron, mencionaba el trato que HaNeul le daba a los menores, pero nunca mencionó lo sucedido con Jungkook, el extremo que tomó, eso nunca fue mencionado y cuando se encontró con su padre, lo único que hizo fue pedir perdón de rodillas, jurandole que nunca quiso abandonarla, ¿cómo abandonar a la niña de sus ojos, su adoración? No podía, no sabía todo lo que aquella mujer había planeado a sus espaldas, entendía que su pequeña no quisiera irse de pronto de su hogar, dejar a su abuela, pero cuando la pequeña no tuvo contacto alguno con él y después la noticia de su madre de su ida al extrangero para la mejor educación de Somin, fue algo, que jamás le pasó por la cabeza. Y ahí estuvo, implorando por su perdón, por haber sido demasiado tarde para dejar a HaNeul.

Estaba arrepentido.

—Papá...— Murmuró ella y él solo le sonrió dulcemente cuando esta comenzó a llorar.

c h e r r y    l i p s  [kth + jjk] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora