41- Salida

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~Levi~

(T/N) se empezó a vestir y me obligó a quedarme en la cama mientras lo hacía.
Sé que se preocupa por mí, pero me gustaría ir a despedirla.

Así que puse los pies en el suelo y caminé hacia el armario, cerca de donde ella estaba colocándose la chaqueta.

–Te dije que... –le interrumpí.

–Sé lo que me dijiste, pero quiero quiero ir a despedirte y voy a hacerlo –suspiró al ver que lo haría de todos modos por mucho que replicara.

Asintió sin ganas pero me abrazó después y besé su cabeza.

Me puse una cosa simple: una camisa y un pantalón negro de vestir. A los hombros llevaba una chaqueta con las alas de la libertad a la espalda.
Por mucho que no participase, tenía que llevar algo que reconociera que estaba en un cuerpo militar.

Poco después salimos de la habitación sin decir nada por el camino. El aire se notaba tenso, no entre los dos, sino por la gente de los barrancones, que estaba nerviosa por la expedición.
Llegamos al comedor, donde había el mismo silencio sepulcral.

–Qué silencio... –susurró ella, inclinándose un poco a mí para que sólo yo pudiera oírla.

–Es normal... Vais a hacer una misión bastante arriesgada. Lo más probable es que haya muchas bajas –miré a mi alrededor– poca gente de la que ves aquí regresará con vida –la miré y guardé silencio.

«Y espero que tú no estés entre los que mueran...» pensé.

Cogí una taza y me serví de té negro que los cocineros habían hecho especialmente para mí y algún que otro más que le gustaba.

Mi acompañante se hizo un café con leche con toneladas de azúcar. Seguramente estaba de los nervios. Es la primera vez que hace una expedición "sola". Normalmente estoy con ella para asegurarme de que está bien. Pero siempre me centro en la misión marcada para no perder la vida.

Nos acercamos a una mesa vacía, pero se detuvo en seco al ver a su mejor amigo caminar a una mesa cercana a la nuestra.

–¡Daaaaanny! –dejó las cosas encima de la mesa antes de salir corriendo hacia él y le abrazó con fuerza. Me mantuve en una expresión seria mientras se daban amor.

–¡(T/N)! Cuanto tiempo... ¿Cómo va todo? –Daniel Black, si no recuerdo mal.

–Yo estoy muy bien, ¿qué tal tú?, ¿algo nuevo con Axel? –puso una cara de perversión que me hizo gracia, pero no dije nada y continué observando la escena con curiosidad. Se me había olvidado que tiene otras preferencias.

Su expresión pasó de una sonrisa alegre a una un poco incómoda y melancólica.

–Bueno... hubo algunos problemas y al final no llegamos a nada –suspiró– además fue uno de los muchos que murieron en la anterior expedición.

Mi chica le miró en silencio con compasión.

–Lo siento mucho... No lo sabía –susurró.

Él sonrió y se separó del abrazo negando con la cabeza.

–No importa, está todo bien.

Asintió con una sonrisa, pero me percaté de que su rostro aún no estaba del todo convincente. Pasó desapercibida para él, pero yo la conozco bien.

Cogí la taza que había dejado sobre la mesa y caminé hacia ellos.

–Capitán Rivaille... –saludó y me puse detrás de ella.

–Ah, sí, ¿te conté que llevo unos años saliendo con Levi? –sonrió con ternura abrazándome por el costado, rodeando mi espalda con un brazo. Su gesto me gustó, así que ladeé una pequeña sonrisa.

–Hay tantas cosas que no me has contado, enana... –suspiró con una sonrisa y puso una mano en su cabeza. Después dirigió la mirada a mí, apartando la mano de su cabeza– encantado de conocerle en persona, Capitán –extendió una mano con amabilidad.

Miré mis manos, que estaban ocupadas por el desayuno de ambos.
Mi mocosa cogió mi té negro, que lo tenía en la derecha, y pude estrecharla.

–Igualmente. No hace falta que te dirijas a mí como "Capitán" cuando estamos en privado, sólo Levi –dije intentando sonar amable. Sonrió asintiendo.

Esos dos empezaron a hablar, pero más bajo que antes, porque estaban prácticamente gritando y había gente que necesitaba su silencio.

Nos sentamos en la mesa más cercana y empezamos a desayunar.

–Entonces, Levi, no participas en la expedición... ¿Y eso? Eres el soldado más fuerte de la humanidad, ¿cómo es posible que puedan prescindir de ti? –preguntó con curiosidad.

–Tengo una herida algo grave de hace una semana y cojeo; por lo que tengo entendido, hoy me quitan los puntos, pero tengo que reposar –respondí.

No era del todo mentira, pero lo hicieron más por la preocupación de por quién nos enfrentábamos. Sabíamos que iba a matarme al momento en el que me viera, así que fue mejor no arriesgarse.

La hora del desayuno cesó, haciendo que la tensión por parte de todos aumentara.

–¿Y... Dónde está Terry? –preguntó la castaña mientras caminabamos al exterior.

Mientras lo hacíamos, la cogí de la mano, a lo que conseguí arrancarle una sonrisa. Volvió la mirada a su amigo, el cual se había frenado en seco.

–(T/N)... Lo siento mucho... Pero... –se tragó el posible nudo que tenía en la garganta y apartó la mirada al suelo– ella también murió... En una expedición, hace ya unos meses –anunció con la voz apagada. Por lo que sé, era su amiga pelirroja.

Sus ojos verdes de llenaron en lágrimas. La abracé por la cintura, pegándola a mí costado. Puso una mano en mi pecho, apoyándose en mí mientras procedía a llorar en silencio.

–Ni siquiera pude despedirme de ella... –susurró.

Daniel se sintió un poco mal por habérselo dicho ahora y no después de la misión. Pero sé que se centrará en lo que debe. Sin embargo, no lo olvidará en ningún momento. La pérdida de un amigo siempre es muy dolorosa. Entiendo cómo se siente.

En cuanto llegamos al exterior, se había calmado, pero no sé había separado de mí.

Caminamos hacia las cuadras, donde montó su caballo y se colocó la capa con la alas de la libertad a su espalda, como siempre había deseado. Han pasado cuatro años desde que se unió pero... Siempre será como la primera vez para ambos.

Agachó su cuerpo, estando encima del caballo, y me besó.

–Espero tu regreso, Hikaru –sonreí con un poco de tristeza por tener que dejarme.

Ella respondió con una sonrisa triste, igual que la mía, pero asintió.

Se enderezó sobre el caballo y empezó a marchar hacia adelante, colocándose en su lugar asignado para la estrategia de combate.

«Volverá... Estoy seguro. Confío en ella. Puede cuidarse sola.» Mientras caminaba, intentaba mentalizarme de que todo saldría bien y en un par de semanas podría estar durmiendo junto a ella como siempre.

Nunca en la vida había estado tan nervioso... Y mucho menos me habían pedido que me ausentara en una misión.

Se giró para verme a lo que le sonreí.

–¡Señores, estamos preparados para iniciar nuestra expedición 50 durante mi mandato como comandante! ¡Ofreced vuestros corazones a la humanidad! –Erwin como siempre intentaba motivarles antes de la salida– ¡Abran las puertas! –y con ello, empezaron a cabalgar. Mi chica miró una última vez hacia atrás antes de salir disparada detrás de los demás.

Bajo tu cuidado [LevixReader]Where stories live. Discover now