43- Caídos

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Los caballos. Nuestra única esperanza para regresar a los muros con el máximo número de cadetes vivos, no llegaban.

Habíamos recorrido algo más de quinientos metros corriendo sin parar. Si lo hacíamos, teníamos la sentencia marcada.
Sin embargo, había gente que se paraba y era aplastada. Otros que se desmayaban por la presión, que acababan igual.
Los que íbamos delante también sentíamos como si de un momento a otro fuéramos a caer.

No podíamos más.

La luz del sol delante de nosotros nos cegaba. Era el alba, a nada del crepúsculo.

Entre nosotros fuimos ayudándonos por si alguien caía, queríamos el mínimo número de muertos, pero estaba costando mucho.

El berrinche de los caballos sonaron a lo lejos. Alzamos la mirada hacia adelante, viendo a nuestros cadetes más jóvenes cabalgando a toda prisa hasta nosotros. Nos han salvado la vida.

Lo más rápido que pudimos, nos montamos y continuamos hacia adelante, yendo mucho más rápido que antes, obviamente.

Estábamos a dos kilómetros de los muros. Dos kilómetros.

Ese cabrón sigue detrás de nosotros. Como no acabemos con él... Será él quien acabe con el resto de la humanidad.

La sangre empezó a hervir por mi cuerpo. Consumida por la rabia, hice la mayor estupidez que jamás he podido hacer.

Saqué las cuchillas, me puse sobre mi caballo y salté, dejando que todos los demás continuaran su camino.

Erwin y Hanji empezaron a gritar que me detuviera tan pronto como me vieron clavar los ganchos en las piernas de Zack, pero no hice caso alguno.

Si iba a morir, al menos que fuera luchando.

Al ser tan grande, sus extremidades son delgadas y, por ende, más fáciles de rebanar. No era como el titán colosal. No estaba bien formado. No son nada más que ventajas. Por eso, conseguí cortarle un brazo y herirle una pierna.

Por ello, acabó de rodillas frente a mí. Mi cuerpo quedó a la altura de su rostro.

–Estás muerto, hijo de puta –sentencié entre dientes.

Sin embargo...

~Erwin~

Aquella loca se había lanzado para luchar con ese gran titán. ¿¡Acaso no ve con su tamaño no tiene posibilidades!?

Quise ir a ayudarla, pero hay muchos soldados en los escuadrones y no puedo matarles a todos por ella. Por mucho que me duela; porque sea mi amiga; porque sea la novia de Levi... Sería algo muy irresponsable de mi parte como comandante.

La vi rebanar el brazo de aquel titán y romper algún ligamento de su pierna derecha. Me relajé un poco, pero no bajé la guardia. Pero al ver que caía delante de ella, continuamos la marcha hacia adelante, confiando en que todo iría bien y que estaría nuevamente con nosotros en las filas de su escuadrón.

A los pocos metros avanzados, escuché un grito ensordecedor detrás de todos los que me seguían. Giré la cabeza de manera brusca.

El horror se apoderó de mi rostro cuando vi aquella imagen delante de mis ojos: Zack había arrancado el brazo derecho de (T/N), justo como ella había hecho previamente.

El titán se levantó como si nada, cogiendo a la castaña de los hilos que colgaban de su equipo tridimensional.

En un movimiento rápido, la lanzó en el aire, sólo a unos metros, echó la mano hacia atrás y la endureció.

En ese justo momento de silencio, todo parecía ir a cámara lenta, con el único sonido de los latidos de mi corazón, que estaba situado en mi garganta.

Y, antes de que pudiera hacer nada o decir algo, el titán movió la mano con gran velocidad hacia adelante, alcanzando a la castaña.

Su cuerpo salió disparado hacia adelante, acompañado de una lluvia intensa de sangre que cayó sobre nosotros.

Lo más rápido que pude, empecé a cabalgar, dejando el mando a Hanji. Esperaba poder alcanzarla, estaba en descenso. No se movía. Empecé a gritar su nombre, esperando que reaccionara, pero se mantuvo inmóvil.

Estaba a varios metros del suelo. Si no había muerto, se moriría si toca el suelo.

Por suerte, vi unos árboles delante de mí, del cual pude enganchar el 3DMT e impulsarme hacia ella.

Conseguí atraparla, pero perdí el equilibrio y caí de espaldas, protegiéndola entre mis brazos

Abrí los ojos cuando acabó el impacto y la miré. Reaccioné en seguida, sacudiéndola, pero nada.

Me levanté lo más rápido que pude con ella en brazos y corrí hacia los caballos, que estaban a unos metros de mí, por suerte.

Monté mi caballo y fuimos aún más rápido que antes, temiendo que Zack pudiera llegar a alcanzarnos.

Giré la cabeza de nuevo, pero ya no estaba. El espacio que cubría había sido sustituido por una gran nube de gas que no nos llegó a alcanzar.

~Levi~

Las campanas de Trost empezaron a sonar de manera escandalosa. Han vuelto.

Me vestí lo más rápido que pude y salí corriendo del cuartel para ir a recibirlos. Especialmente a mi mocosa.

Los caballos fueron pasando. Me encontré con Hanji. Su expresión mostraba ¿trauma? ¿Qué cojones?

Las puertas se cerraron unos minutos después. No habían pasado más de treinta caballos y en la carretilla de heridos había dos docenas de personas.

No pude localizar a Erwin. Tampoco la vi a ella.

Mi respiración empezó a acelerarse, al igual que el bombardeo que había en vez de latidos en mi pecho.

Corrí hasta Hanji, tirándola del caballo de un empujón.

–¿¡DÓNDE ESTÁ!? ¡DIME DÓNDE COJONES ESTÁ! –agarré su camisa con fuerza, haciendo que mis nudillos se tiñeran de un color blanco a causa de la presión.

Hanji se quedó inmóvil mirándome con ojos vacíos.

–Con Erwin... –susurró sin fuerzas. Es lo único que se limitó a decir.

¿¡Y cómo sé yo dónde está Erwin!?

La solté y empecé a correr por todo el cuartel y toda la ciudad en busca de Erwin y de mi mocosa.

Se hizo de noche cuando me di cuenta de que detrás del cuartel estaba el caballo de Erwin.

Corrí lo más rápido que pude, allí es donde estaban urgencias.

No puede ser.

Abrí la puerta de manera escandalosa, encontrándome con Erwin delante de una camilla.

–Levi... –dijo al girar la cabeza. Se puso en pie rápidamente, tapándome lo que antes se podía ver de la camilla, que no era mucho.

–¡Dime dónde está! –grité.

–Levi, no creo que debas estar aquí, vete, por favor –me pidió. Su voz... Era extraña.

–¡No me voy a mover de aquí hasta que me digas dónde coño está (T/N)! –respondí con ira y caminé hacia él con tono amenazante.

Se quedó en silencio y se apartó, dejándome ver lo que había en la camilla. O mejor dicho... Quién.

Sentí toda la sangre de mi cuerpo caer hasta mis pies al verla.

Sin brazo, con sangre por todo su cuerpo, heridas por todo y varios huesos salidos de su piel.

Me acerqué a ella con paso dudoso. Acerqué una mano a su rostro. Pero la aparté al ver que estaba temblando.

Me giré de nuevo, buscando respuestas en la mirada del rubio. Pero sus ojos estaban ocultos bajo su pelo y agachados al suelo.

Bajo tu cuidado [LevixReader]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora