50 - El final. Parte 2

2.3K 111 74
                                    

~Levi~

Me levanté sobresaltado. ¿Dónde...? 

Miré a mi alrededor, confuso. Había unas verjas que me impedían la salida. Oh... ya recuerdo. Acababan de asesinar a la  madre de mi futuro hijo, al amor de mi vida, de la forma más cruel y despiadada que podía haber en este asqueroso mundo.

Me pasé las manos por el pelo, observando el reducido espacio. La luz del sol era lo único que me acompañaba en este fúnebre día. Sin embargo, unas horas después me permitieron la salida, donde me esperaban mis compañeros de la Legión.

Hanji se acercó a mí para darme el pésame. Sin embargo yo no dije nada y me quedé mirando al infinito. Esto está siendo igual que en mi sueño... Según esto, ella tenía que recobrar su piel en varias horas. Aún... Aún hay esperanza.

El carruaje partió e hicimos todas las cosas que había pasado en mi sueño, de hecho, estuve yendo a ver a (T/N) con más frecuencia para ver si efectivamente se regeneraba, pero no había nada. La gente que  me veía, me miraban muy confusos, sin comprender qué quería que pasara, pero yo no perdí la esperanza hasta que finalmente, horas después, enterraron su cuerpo sin vida bajo tierra, junto a los demás soldados caídos en las batallas que hicimos fuera de los muros. Sin embargo a ella la enterramos junto a los capitanes más importantes del cuartel de la Legión de Reconocimiento.

Habían pasado dos días desde el funeral. Todo el cuartel seguía de luto y cada día que pasaba yo me volvía más paranoico y empecé a idear planes para derrocar al Rey de las Murallas.

Tenía un ejército, tenía armas... No necesitaba nada más.

Me puse una capa color rojo sangre con las Alas de la Libertad a mi espalda y convoqué una reunión urgente para todos los reclutas de todos los rangos que había en Trost y en las demás ciudades de los muros.

-Compañeros, hemos estado toda una vida apartados de la sociedad, es momento de enfrentarnos al mismísimo rey de las Murallas y derrocarlo. ¡Tenemos que ser libres de verdad! ¡Tenemos que tener nuestro derecho! ¡No pueden seguir asesinando por placer como lo hicieron con la capitana Hikaru! ¡No pueden callar nuestras voces! ¡Nosotros salimos de los muros mientras que los demás están con sus burdas costumbres burguesas mientras cientos de personas mueren de hambre, de enfermedad o soldados nuestros mueren en expediciones por culpa de los titanes! -la gente empezó a murmurar con fuerza a mi favor, mientras que unos pocos se limitaban a escuchar- ¡Tenemos que luchar para que esta vida miserable en un mundo miserable como el nuestro por fin tenga algo de sentido!

Todas las voces se alzaron en un fiero grito de guerra. Había creado un golpe de estado, una guerra civil que nos condenaría a todos, pues planeaba hacer explotar la plaza mayor de Sina, donde semanas después sería la batalla final.

~Narradora

La legión avanzó por los muros a caballo y con carruajes, prendiendo fuego a las casas, a las tiendas de los burgueses y no burgueses del muro Rose. 

Había empezado una batalla donde la gente del distrito Trost se negaba a continuar con un mandamás que no hacía más que dar voz y voto a los que él creía que podrían hacer algo para sí mismo. Dejaban a todos fuera de lugar para que nadie pudiera opinar.

Cuando llegaron a la plaza mayor de la muralla Sina, los soldados de la legión empezaron a asesinar a todo aquel que estaba en la calle, inundándolas de sangre. Cuchilladas en el cuello, dagas volaban por el aire, cañonazos sonaban a lo lejos para caer sobre un radio de dos metros. Pistolas eran disparadas por doquier y el caos se instaló rápidamente en la ciudad. Finalmente, aunque hubo un pequeño número de bajas, finalmente se abrieron paso hasta el distrito interior de Mitras, donde se encontraba el rey con su ejército personal, es decir la Policía Interior.

Por desgracia para los de la Legión, la Policía interior les superaban en número y en fuerza, ya que ellos estaban muy bien adiestrados a usar armas y físicamente podían hacer una pelea a mano desnuda, pues tenían más recursos de comida que la Legión. 

Por ello, los soldados del ejército de Trost fue teniendo bajas y bajas, hasta que finalmente Levi quedó acorralado con un pequeño botón en la mano.

-Vosotros me arrebatásteis a lo que más amaba en este mundo, yo os voy a arrebatar todo lo que tenéis -sentenció con una sonrisa.

Pulsó el botón que sostenía y segundos después, una explosión resonó en el castillo del Rey, derrumbando todo el edificio. También hubo una explosión en el distrito Stohess, para asegurarse de que no quedaban muchos supervivientes, ni de su grupo, ni de los aristócratas.

Finalmente, Levi fue ahorcado en el centro de la plaza de Stohess, donde quedaban una centena de supervivientes tras el desastre que hubo días antes. 

A partir de ese momento, a Levi Ackerman no sólo se le recordó como el hombre más fuerte de la humanidad, sino también como el tirano de las Murallas.

..................................................................................................

Bueeeeeeeeno,  como dije en su momento, este es el segundo final. Sé lo que estáis pensando y sí, es totalmente una ida de olla que tuve con mi novio. Estamos bien de la cabeza, lo juro JAJAJAJJA

Nah simplemente quería darle otro enfoque a la historia, me gustaría que fuera reconocida por las idas de olla y del gore que hay tanto como por el amor que hay entre la rayis y Levi, así que os he dado dos finales: uno dulce que sé que a muchos os gusta y otro agrio y cruel para los otros que estamos en un rinconcito, a parte de que me hacía bastante ilusión escribir algo loco así que, ¿por qué no? Así os doy para elegir final c:

Ahora sí, la historia está totalmente acabada, espero que la hayáis disfutado tanto como yo y espero que os guste Himitsu, la verdad es que me haría bastante ilusión que la leyérais, tiene sabor agridulce, como esta c:

Oh sí y a ver si llegamos a las 100k visitas aquí!! Os agradecería mucho si compartís esta historia, llegar a esa cifra es mi meta <3

Os quieroooooo <3333

Bajo tu cuidado [LevixReader]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora