42- Misión

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~(T/N)~

Dejar todo atrás me destrozó interiormente, pero como bien había dicho Levi unos diez minutos atrás, no tenía que centrarme en eso ahora, sino en la misión. Por mucho que duela.

Salimos del Distrito Trost para después salir del Muro María y a su vez de Shiganshina donde nos esperaba un grandísimo bosque espeso.

Me acerqué a Erwin, que estaba unas posiciones más adelantadas que yo.

-Todo recto y giro a la derecha -indiqué. Yo soy la única que conoce el camino hacia aquella cabaña con exactitud.

Por lo que tenía entendido, primero íbamos a buscar pistas y alguna que otra cosa para que Hanji pudiera investigar y después atrapar, interrogar y asesinar a Zack para que dejara de ser una amenaza tanto para Erwin como para Levi como para toda la humanidad. No podemos arriesgarnos a que perfore los muros interiores Rose y Sina.

La población tendría que trasladarse al centro, Distrito Mitras. A parte de que eso causaría sobrepoblación por tema de espacio, la gente también se moriría de hambre y la policía militar central acabaría matando a los civiles para no tener escasez de alimentos y que no vuelva a pasar lo del Distrito Subterráneo.

Como habíamos planeado, llegamos a la cabaña bastante rápido, cosa que nos sorprendió a todos.

¿Y los titanes?

Por lo que había hablado con Erwin y con Levi, aquella vez pasó lo mismo y, al parecer, los titanes estaban todos juntos rodeando a Zack convertido en titán. Un truco muy viejo y poco original, pero letal.

Bajamos de nuestros caballos para poder investigar aquellas paredes de madera destruidas. Lo que buscábamos se encontraba bajo esos escombros.

Tras una hora de búsqueda por aquella superficie, un chaval del escuadrón de Hanji encontró una caja de metal con un candado colgando. Se lo trajo a ella y, como estaba describiéndole el titán con más detalle, pude verlo de cerca.

El candado estaba reventado por la presión que había sufrido tras los pisotones de Zack y las planchas de madera que construían la cabaña.

En el interior de aquella cajita, había un frasco con líquido azulado.

No sabíamos de qué se trataba. Propuso investigarlo una vez llegáramos a las murallas una vez más.

Estuvimos un largo periodo de tiempo después, había anochecido, haciendo que la luna llena brillara sobre nuestras cabezas con mucha más fuerza que normalmente. El primer día había concluido.

Durante aquellas largas horas de día, habíamos estado buscando por los escombros de madera. Llegamos a la conclusión de que lo único en buen estado era la caja de metal.

Acampamos en la copa de unos árboles bastante altos. Desde arriba se llegaba a ver la muralla María. Se veía realmente pequeña.

Este es mi momento para procesar todo lo que ha pasado en a penas un día o quizás menos.

He dejado a Levi solo... Terry está muerta... Danny... Sigue con vida, pero... Está bastante deprimido, al igual que yo. Tenemos bastante suerte de haber sido adiestrados para no sentir nada durante las misiones. Somos más que afortunados.

Observé el horizonte, deseando llegar al cuartel lo antes posible. Sé que no había pasado mucho tiempo desde la última vez que le vi... Pero le echo mucho de menos.

–¿Pensando en el enano? –la voz de Hanji me sorprendió, apareciendo a mi lado.

Asentí lentamente, suspirando con pesadez. Me conoce mejor que nadie.

–Si todo va bien, volveremos en un par de días. No hay de qué preocuparse, por ahora somos muchos. Sólo han caído unos pocos, que es mejor que todos, ¿no? –intentó animarme, a lo que respondí con una pequeña sonrisa– si Erwin me hubiera oído decir eso, seguramente me cortaba la cabeza –rió– los cadetes muertos son muy importantes para él, aunque no lo parezca. También para los demás, obviamente, pero él es el que tiene que tomar responsabilidad delante de todo el pueblo... A-además de las vidas perdidas, quiero decir, no es sólo por la imagen que tiene que dar a los demás, sino, también... También a los caídos. Nunca caen en vano, por supuesto que no... Ay... –intentó justificarse de todas las maneras posibles, pero cada vez que hablaba, la pobre la líaba más y más.

Me reí a carcajadas.

–Creo que es la peor imagen que me has podido dar de Erwin... Menos mal que os conozco a ambos –sonreí.

Suspiró aliviada, viendo que guardaría su tremendo desastre como algo entre nosotras y se sentó a mi lado, observando el paisaje nocturno.

Cuatro días después, empezamos a montar todas la cosas para volver a casa, por desgracia, no habíamos encontrado nada más que el frasco en una caja, así que no valía la pena seguir avanzando. Además, nos habíamos alejado mucho de las murallas y los caballos se tuvieron que quedar en el pequeño bosque donde nos habíamos refugiado el primer día.

Sin embargo, no haberlo visto no me cuadraba nada. Me rompía los esquemas. Estoy segura de que nos había visto llegar y que nos ha estado vigilando. ¿Cómo es que no ha aparecido?

Mientras recogía todas mis cosas, vi una sombra entre dos árboles.

La silueta parecía acercarse. Lo miré fijamente, hasta que pude distinguir una capa negra con una capucha. Cubría su cuerpo a excepción de las manos y la mitad hacia abajo de su rostro.

Alarmada, grité con fuerza el nombre del rubio, que se acercó a mí con toda prisa.

El sujeto, sonrió y supe de inmediato de quién se trataba.

Destapó su equipo tridimensional y expulsó los ganchos, dándole de lleno en el torso a un cadete que estaba entre Erwin y yo, guardando cierta distancia.

El comandante se quedó estático, viendo aquella escena con una expresión desconcertada y sorprendida, me quedé igual.

La sangre empezó a salir del agujero implantado en el pecho de aquel pobre chico, uniéndose a que la salió, unos segundos después, desde su boca. Me miró unos segundos antes de perder la vida de manera tan cruel.

Saqué las cuchillas y empecé a correr hacia él, cegada por la ira. Eso hizo que su sonrisa creciera.

Se soltó de su primera víctima y se enganchó en un árbol de detrás de mí, elevándose en el aire.

Justo cuando estaba por encima de mí, sacó un cuchillo y se cortó. Una fuerte luz ámbar iluminó todo el lugar. Me quedé paralizada mirando hacia arriba.

Por un momento, pensé que el gran pie del titán que se había creado justo por encima de mi cabeza iba a aplastarme, pero por suerte, Erwin se lanzó a por mí, apartandome de allí.

–¿Te encuentras bien? –colocó las manos en mis hombros, sacudiéndome un poco, estaba más que alterado. Asentí lentamente– retirémonos –ordenó.

Todos en los escuadrones, empezamos a correr, buscando salir del bosque y poder lanzar una bengala para que los que cuidaban de los caballos pudieran venir a por nosotros.

Sin embargo, no nos lo dejó fácil, porque Zack también empezó a moverse con una velocidad que nos sorprendió a todos.

Por ello, se llevó varias vidas por delante, los que iban atrás.

Por fin conseguimos salir de allí y el comandante lanzó una bengala de color negro.

Si no llegaban rápido... Estamos perdidos.

Bajo tu cuidado [LevixReader]Where stories live. Discover now