• CAPÍTULO 94 •

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94. Estamos allí dentro.
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Nina no sabía cuando sería el día en que dejaría de visitar las sepulturas de su madre y la de Draco sin ser un mar de lágrimas. 

Ya había pasado el tiempo, habían sucedido un sin fin de acontecimientos que ahora hacían que la guerra se viera borrosa y desdibujada. 

Fred yacía junto a Nina, unos pasos más atrás para otorgarle la necesaria privacidad que requería cualquier persona cuando se añoraba llorar sin ser consciente de las miradas. Se conocían de una forma más íntima, más privada; después de todo ya se encontraban casados. 

Sí. 

Fred y Nina se habían casado después de tres meses de que ella saliera de prisión. La ceremonia había sido pequeña y sin grandes lujos, en el lugar donde se habían jurado amor desde que eran niños -la playa de las ninfas-, junto a la familia y los amigos, teniendo junto a ellos nada más que a las personas necesarias. Sin lugar a dudas había sido un día lleno de emoción, sin embargo se hacían notar mucho más las personas que ya no estaban presentes, que eran demasiadas y obviamente no se podían reemplazar aunque se quisiera. 

Ese matrimonio fue una de las cosas que pudo sanar en parte el corazón de Nina, Fred ahora era su familia. Era parte de lo poco que quedaba en ese mundo para ella. 

La profesora McGonagall le ofreció volver a la escuela, Hogwarts estaba siendo reconstruida y pronto abriría sus puertas para recibir nuevamente a los magos y brujas que ansiaban comenzar a formarse como hechiceros. Incluso aquellos como ella que habían dejado a medias sus estudios para convertirse en soldados en la guerra. No obstante después de pensarlo, ella decidió que lo mejor sería aceptar la piocha de premio anual que la profesora se molestó en mandarle, pero no de volver a la escuela, había demasiado allí que sentía no merecer, había causado daño y destrucción y los sentimientos que cargaba en relación a ella misma, solamente ella podría modificarlos y perdonarse algún día. 

Fred comenzó a construir la casa en donde vivirían en la playa de las Ninfas, Sortilegios Weasley estaba bien en manos de George, quien aún no tenía que lidiar con las responsabilidades de ser esposo, por lo que el pelirrojo había hallado en la carpintería, su nuevo hobbie de tiempo completo, nada más y nada menos para construir la casa en donde comenzaría su nueva familia. 

Mucho había pasado, pero todavía existía mucho dolor. 

—¿Quieres que volvamos a casa? ¿O quieres permanecer más tiempo?

Ya habían estado algunas horas en el cementerio, primero en la sepultura de Amelie y ahora en la de Draco. 

—Creo que ya es hora—contestó Nina, saliendo de los pensamientos en los que se encontraba inmersa—, no pretendo que vayas a quedarte aquí todo el día, tenemos que continuar con la construcción de la casa— acotó con una sonrisa que no alcanzó a llegar a los ojos, por lo que Fred la consideró falsa. 

—Podemos quedarnos si es que así lo quieres.

—No, vamos. Tengo que ir al ministerio más tarde.

—¿Por qué? ¿Acaso ellos quieren volver a interrogarte por algo?

—No, no te lo había mencionado porque aún no lo había decidido—señaló Nina—, pero creo que es una buena manera de homenajear a mi madre— susurró dándole la mano a su ahora esposo—. Me han ofrecido comenzar a formarme como auror—dijo frunciendo los labios—, la verdad es que al principio no me hacía sentido, pero después consideré que ella estaría orgullosa. 

Juramento Inquebrantable [Fred Weasley]Where stories live. Discover now