Capítulo 11.

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JONAS.

─ ¡Jonas, atiende en la caja por favor! ─me grita Lara.

Ruedo los ojos y me aguanto un bufido porque odio tomar las ordenes, además ese no es mi trabajo. Camino hacia la caja y enciendo la pantalla sin tomarme la molestia de mirar a la persona delante de mí.

—Hola ¿que desea?

─ ¿Es tan difícil mirar a la cara? ─su voz me golpea bruscamente y levanto la cabeza para mirarlo y rodear los ojos. Genial.

— ¿Qué quieres? —bufo molesto sin ninguna pizca de discreción.

— ¿Sabes que te pueden echar por atenderme mal? —blanqueo los ojos y lo miro como si fuera lo más aburrido de este planeta.

— ¿Podrías pedir tu orden y solo largarte? — sonrió falsamente.

— ¿Puedes dejar de ser un maldito caprichoso? —alza su ceja dejando cualquier rastro de simpatía de lado.

— Pide la maldita orden y deja de joderme —mascullo. Siento como la poca paciencia que tengo abandona mi sistema por completo. Si dice una maldita palabra más que no sea su jodida orden, explotaré aquí mismo.

—Una pizza de pepperoni familiar con doble queso y una Coca-Cola — responde. Gracias a Dios.

—15 dólares —digo seco. Tomo su dinero y lo pongo en la caja registradora para luego entregarle el vuelto junto a la boleta.

Sin decir nada, camina hacia el lado en que se esperan las pizzas y siento un gran alivio por eso, pero no tanto por las dos personas que están esperando que las atienda. Tomo sus órdenes lo más rápido que puedo y antes de que pueda aparecer otra persona más, Lara me dice que ya puedo irme a casa.

Me lavo la cara y las manos para luego quitarme la ropa sucia del trabajo. Me despido de Ethan y salgo del lugar escuchando como le dan la orden a Kyle.

Mi moto está en el taller así que debo irme caminando. No es como si fuera un largo camino, pero de todas formas me da flojera hacerlo.

—Jonas —le escucho llamarme, pero no tengo intenciones de dirigir palabras con él. — ¡Oye!

Me coge del brazo y me arrincona a la sucia pared de ladrillos.

— ¿Qué...?

— ¿Por qué me ignoras? —me interrumpe. — ¿Eres sordo o qué?

—No, no lo soy —niego con la cabeza y pongo mis manos sobre su pecho para alejarlo—, solo no quiero hablarte.

— ¿Por qué coño estás enojado? —pregunta, frunciendo el ceño. Me ahorro una risa burlesca por su ridícula pregunta.

— ¿Acaso te importa? —bufo, y trato de alejarme de él, pero me agarra del brazo volviendo a ponerme en mi posición original.

—No te lo estaría preguntando.

— Oh... ¿Desde cuándo te importa alguien más que no seas tú? —me burlo haciendo mueca con mi boca. —No sabía que tenías sentimientos.

—Jódete —sus ojos se tornan furiosos y me empuja por el pecho haciendo que mi espalda se pegue contra los ladrillos. —Lo único que me importa de ti es tú jodido culo que me lo follo siempre que quiero.

Me quedo con la boca abierta por varios segundos para luego negar con mi cabeza. Lo empujo lo suficiente como para que me dé espacio de irme. Cojo mi mochila del suelo y me la pongo, solo quiero largarme de aquí y no volver a ver su estúpida cara nunca más. Quiero gritarle tantas cosas, sin embargo, me las guardo porque solo perdería mi tiempo.

BROOKLYN.Where stories live. Discover now