BROOKLYN.

Capitulo 29.

KYLE.

Golpeo nuevamente dejando mi ira en la puerta de madera. Muevo mis pies desesperado y es que no puedo sacarme la imagen de Jonas contándome con sus ojos tristes lo que pasó con Seth. Me hierve la sangre saber que ella y yo no somos tan diferentes cuando se trata de lastimarlo.

Estoy seguro que parezco un maniático paseándome de un lado a otro sobre el asfalto. Haré un hoyo si no me detengo.

─ ¿Qué coño mira? ─le digo a la señora que me mira fijamente de hace rato. Desvía la mirada y sigue barriendo la puta vereda.

Vuelvo a golpear y cuando estoy a punto de perder lo poco que me queda de paciencia, ella decide abrir la puerta. Puedo ver la sorpresa en sus ojos, pero no tanto como la preocupación de verme frente a sus narices echando humos por las orejas.

─ ¿Qué haces aquí? ─ se recarga sobre la puerta tratando de parecer casual pero yo sé que está cagándose encima. Entro rápidamente cerrando la puerta y empujándola un poco. Tomo su brazo con brusquedad y clavo mis ojos venenosos en los de ella.

─ ¿Dónde está, Seth?

─ ¿Qué te importa...?

─ ¿Dónde está? ─le grito.

─En su habitación ─responde.

Mierda. La suelto y trato de calmarme, no quiero que baje y que me vea. Vuelvo a tomar su mano y a tropezones la llevo hacia la cocina.

─ ¿No tienes vergüenza? ─hablo entre dientes─, ¿metiéndole mierda a tu hijo acerca de Jonas? ¿Quién coño te crees que eres?

Jonas me ha contado lo que pasó el otro día. No había forma de tranquilizarlo y me ponía nervioso porque nunca lo había visto de esa forma.

─Es mi hijo, puedo hacer lo que quiera.

Gruño de la rabia por su ridícula respuesta. Aprieto mis puños y me repito una y otra vez que es una mujer y hay un niño en el segundo piso.

─Escúchame bien ─mascullo, acercándome a ella─, mañana llamarás a Jonas y le dirás que puede ver a Seth y le pedirás disculpas por toda la mierda que le has hecho. ¿Lo entiendes?

Su rostro trata de mostrar que no me tiene miedo pero sus ojos y el temblor de su cuerpo no logran entender lo que ella quiere demostrarme. Estúpida.

─No haré eso ─traga en seco haciéndome reír un poco.

Niego en desaprobación y le tapo la boca con mi mano apegándola a un mueble de la cocina. Intenta zafarse, pero la agarro con fuerza.

─Tú no quieres hacerme enojar ─clavo mi mirada en ella─, me estás cansando Alisson y no te gustará ─chasqueo la lengua─. Llámalo porque no querrás pasarlo mal ¿cierto?

Ella niega y empuña los ojos cuando acerco mi rostro un poco más haciendo que mi nariz roce con la de ella.

─Quiero oírte decirlo ─le digo, sacando mi mano de su boca.