Capítulo 33.

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KYLE.


Ruedo los ojos y apoyo mi mejilla en el dorso de mi mano.

─Dime para que querías ver con tanta urgencia ─digo ya harto de su silencio.

Me mira haciéndose el ofendido y niega con la cabeza en desaprobación, como si me importara.

─ ¿Es que acaso no puedo ver a mi hijo? ─bebe de su taza de café y me indica con sus ojos que beba de la mía. ─Anda prueba, esta delicioso.

Corro la taza con mi mano para que sepa que no quiero tomar de su estúpido café, como tampoco quiero estar en este estúpido restaurante.

─Deja de joderme, y dime que quieres.

─Que modales.

Gruño para mis adentros y clavo mis ojos en él.

─No juegues conmigo y dime de una puta vez o me marcho.

Suaviza sus facciones y levanta sus manos en señal de que me tranquilice. Está a punto de hablar, pero la vibración de mi celular sobre la mesa lo interrumpe. Lo cojo de inmediato al ver el nombre de Jonas en el. Arrastro la silla para levantarme e irme al baño porque obviamente no hablaré con Bruce presente.

Hey, ¿qué sucede? ─hablo apoyando mi espalda en la fría pared de cerámica.

─Mm nada, solo quería hablarte ─esbozo una sonrisa por lo que ha dicho─. ¿Qué estás haciendo?

─Voy manejando ─miento.

─Oh, lo siento. Te llamaré luego ¿vale?

─Está bien, te quiero ─respondo.

Cuelgo sintiendo mal por mentirle, pero sé que si le decía otra cosa iba a seguir hablándome y no es que me moleste, es solo que quiero irme de este lugar lo más pronto posible. Guardo el móvil y me miro en el espejo para acomodar el aro en mi nariz. Me lavo las manos y salgo de ahí para terminar luego con esta mierda.

Bruce me mira con las cejas levantadas y frunzo mi ceño por eso. ¿Por qué me mira así?

─ ¿Era él verdad? ─alzo mi mirada confundido─. ¿Desde cuándo te gustan las pollas, eh? ─ Su pregunta me toma por sorpresa, y me toma más de unos segundos es procesarla. ¿Cómo mierda supo lo de Jonas? ─. Tengo mis contactos y me sorprendió mucho saber qué...

─No es algo que te deba importar ─mascullo, tratando de no parecer afectado aunque si lo hace. No quiero que él sepa nada de Jonas.

─Claro que me importa. Mi hijo salió marica ─dice entre dientes─. ¿Por eso no quieres unirte a mí? ¿Por qué eres un maricón?

Golpeo la mesa con mis puños atrayendo la vista de los presentes, pero me importa muy poco lo que la gente piense. Me inclino en la mesa, acercándome a él.

─Yo no soy tu hijo ─farfullo, clavando mis ojos en los suyos─. No vuelvas a hablarme así porque no me molestaría molerte a golpes, ¿lo tienes? ─aprieto mis puños─. No me importa quien seas, Bruce. No vuelvas a acercarte a mí nunca más.

Me levanto botando la silla al suelo. La ira corre por cada centímetro de mi cuerpo y salgo bajo la mirada de la gente.

Es un hijo de perra, cree que por haber vuelto tiene un puto título en mi vida, pero no es nada más que un gilipollas. Un gilipollas que dejo a su hijo a costas de una drogadicta.

Antes de que pueda subirme a la moto, me agarran del brazo para darme vuelta con brusquedad. Bruce está frente a mí con los gorilas que tiene como guardaespaldas, por supuesto, el maricon nunca anda solo.

BROOKLYN.Where stories live. Discover now