Capítulo 25.

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JONAS

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JONAS.

Gruño por lo bajo y pestañeó tratando de acomodarme a la luz que inunda la habitación. Me doy la vuelta para darme cuenta que estoy solo en la cama. Me levanto en busca de Kyle, pero no hay rastro de él.

¿Dónde estará? ¿Por qué no me ha avisado?

Trato de apartar esos pensamientos de mi mente, quizás solo tenía cosas y ya está.

Me sirvo un vaso de agua y me quedo mirando un punto fijo de la cocina. Tal vez que Kyle no esté es para mejor, tal vez solo íbamos a discutir y todo acabaría peor de lo que ya está. Y no quiero eso, estoy cansado de discutir con él, solo quiero estar bien aunque sea una jodida semana.

Camino perezosamente hacia el baño y me doy una ducha rápida para salir del apartamento. Es una linda mañana y que mejor que disfrutarla dando un paseo mientras reflexionando sobre mí, últimamente, problemática vida.

Hago una parada en una pastelería para comprarme algo para desayunar. Al salir de la tienda, choco con alguien sin querer.

— ¿Jonas? —levanto mi mirada y me encuentro con el chico de ayer.

Hey —sonrío extrañado.

— ¿Cómo estás? —pregunta y se aparta de la puerta para apoyarse en una de las paredes.

—Bien —digo, pensando en lo que pasó ayer —. ¿Y tú?

—Bien —responde, y nos quedamos en un silencio incomodo por unos segundos. —Oye... ¿Qué te parece desayunar conmigo? Hay un lugar aquí a la vuelta que visitaba todos los días cuando vivía aquí y es realmente delicioso.

Me cuestiono por unos segundos en aceptar o no.

—Está bien —término diciendo. Tal vez pueda sacarle información de cómo Kyle y él se conocen.

Llegamos a un lugar que nunca había visto antes o tal vez simplemente no le había prestado la atención suficiente. Es pequeño, pero bastante acogedor. Las paredes tienen flores pintadas a mano por toda su extensión, las mesas y sillas son blancas dándole un toque elegante y especial.

Es muy lindo en verdad.

Nos sentamos junto a un ventanal dejando que los rayos del sol se filtren en nuestra piel.

—Buenos días —habla la camarera. — ¿Qué desean ordenar? — sostiene el lápiz firmemente esperando para que digamos algo. Parece un poco nerviosa.

— ¿Quieres que te sorprenda? —dice Travis y la chica me queda mirando fijamente haciéndome sonrojar.

—Está bien —contesto sin más.

Travis me guiña el ojo dedicándome una sonrisa.

—Quiero un pastel de chocolate con granada, y un pie de crema bávara. Y dos tazas de chocolate caliente con un toque de menta.

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