Capítulo 20.

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JONAS.


Me estaciono en el callejón junto al local y me bajo de la moto sintiéndome un poco incómodo. Los moretones son muy notorios. Entro al local y mi jefa ahoga un jadeo al verme.

—Pero ¿qué te paso? —pregunta horrorizada.

—Intentaron asaltarme ayer, pero estoy bien. No te preocupes —respondo con una sonrisa falsa.

¿Estás seguro? —Dice y asiento—. Bien, pero no saldrás a dejar las pizzas. No quiero que los clientes te vean así —ríe ligeramente.

—Está bien —me limito a decir y entro a la cocina. Algunos me miran, pero no dicen nada.

Por suerte tengo una polera del trabajo aquí, me la pongo junto al delantal y a la malla que va en mi cabello. Entonces veo como entra Ethan y me queda mirando con el ceño fruncido.

— ¿Qué coño te ha pasado, Jonas? ¿Estás bien? —pregunta, tomando mi mentón y analizando mis heridas como si fuera un doctor.

—Estoy bien, fue una estupidez.

— ¿Quién te pego?

—No sé quién era —miento—. Era un chico borracho, lo empuje sin querer y bueno... esto pasó.

—Joder, puto animal —se queja y sonrío de lado. Al menos alguien si se preocupa de mí—. No me has contestado los mensajes en toda la semana, eres un pésimo amigo.

—Lo siento, he estado un poco liado.

—Te perdono solo porque eres tú.

Dice y logra sacarme una risa de verdad. Durante toda mi jornada de trabajo me la paso riéndome con Ethan, olvidándome de lo que ha pasado durante el transcurso de la semana. El tiempo pasa volando y no me doy ni cuenta cuando ya son las tres de la tarde y tengo que irme.

Me despido de Ethan deseándole suerte con lo que resta del día. Me lavo las manos y la cara soltando un suspiro acongojado porque sé que tengo que ir donde Kyle a buscar mis cosas. Me quito la polera sucia y me la cambio por la que venía en la mañana, me saco la malla y arreglo un poco mi pelo que queda todo aplastado.

Salgo al callejón y me encuentro con el rey de Roma apoyado en su moto, fumándose un cigarrillo. Lo tira al suelo y lo aplasta con el pie para acercarse a mí, pero lo ignoro por completo y enciendo mi moto.

—Jonas —me llama, pero no tengo intenciones de hablar. Al no conseguir lo que quiere, me toma del brazo girándome, quedando a centímetros de mi rostro. Sus ojos se clavan en mis heridas y agacho la mirada—. ¿Te duele mucho? ─las yemas de sus dedos acarician lentamente mi piel, provocando que los vellos de mis brazos se tornen chinitos.

BROOKLYN.Where stories live. Discover now