Capítulo 37.

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KYLE.

Siento las caricias delicadas de Jonas sobre mi cabello y no sé en qué momento hemos llegado a la cama. Él está abrazándome por la espalda y no quiero que se mueva, siento que voy a derrumbarme si me deja solo.

Estoy sumido en mis recuerdos, en los recuerdos que me perturban por la noche y no me han dejado en paz desde que estoy con Jonas. Los recuerdos se sienten tan frescos que aun soy capaz de sentir el pánico y el terror en mi pecho cuando ellos me encerraron en el baño. Sus manos peleándose para golpearme y arrancarme la ropa, la risa de ellos diciendo cuan estúpido soy. Yo tenía diez y ellos dieciséis, y desde que pise el orfanato me hacían la vida imposible, ese día había intentado defenderme, pero todo salió peor para mí. El dolor se convirtió en odio, en un odio profundo que me fue consumiendo poco a poco y me convirtió en lo que soy ahora.

Jamás se lo había dicho a nadie. Bruce sabía que había matado a dos personas, pero nunca le dije la razón. Siempre me lo guarde intentando convencerme que nunca pasó, pero ahora que Jonas lo sabe es como si por primera vez estuviera aceptando lo que me hicieron, es como si ya no pudiera seguir escondiéndolo y me aterra, me aterra darme cuenta de lo que me hicieron.

Los maté unos meses antes de matar a Shaun. Me costó mucho encontrarlos, vivían en la calle y cambiaban frecuentemente de lugar. Ni siquiera se acordaban de mí cuando fui a encararlos hasta que les dije quién era y lo que habían hecho conmigo. Aun soy capaz de recordar sus gritos de misericordia cuando les apuntaba con la pistola. Si hay una cosa que le agradeceré a Bruce toda mi vida será el haberme enseñado a no dejar rastros en ninguna parte. Siempre me decía que solo a los tontos los pillaban, que había que ser lo suficientemente inteligente para pensar en todo antes de cometer algo. Él ha matado a muchas personas, ha robado muchos lugares y jamás lo han pillado, ni una jodida vez. A mí me han descubierto robando solo una vez y fue porque estaba borracho.

Días después de haberlos asesinado, me sentía realmente arrepentido. Le había quitado la vida a dos personas y a pesar de que se lo merecían..., no podía quitarme la culpa y por esa razón se lo conté a Bruce. En ese tiempo, le tenía muchísima confianza y lo apreciaba tanto como ahora aprecio a Justin.

No sé si algún día podré dejar toda esta mierda atrás, no sé si después de contarlo podré volver a olvidarlo. Lo he revivido una y otra vez en mis sueños desde lo que pasó en el baño con Jonas. He comenzado a recordarlo constantemente desde que estoy con él.

─ ¿Quieres un poco de agua? ─habla suavemente sacándome de mis cavilaciones. Siento la parte de mi mandíbula húmeda y es que he estado llorando todo este tiempo y no me he dado cuenta.

Niego con mi cabeza y me doy vuelta para mirarlo. Sus ojos están rojos de llorar tanto. No quiero que cargue con esto, no quiero que cargue con mis malditos problemas.

─No llores, Jonas ─le acaricio la mejilla.

─Lo siento tanto ─su voz se rompe─, de verdad lo siento...

─No es tu culpa ─susurro sobre sus labios.

Miro sus ojos un par de segundos y junto nuestras bocas con timidez, sus labios están húmedos y suaves como siempre. Me responde con lentitud y termina abriendo su boca dándole paso a mi lengua.

Los nervios corren por mis venas y es que no lo beso hace días, y ni hablar del tiempo sin sexo.

Entonces sin darme todos los pensamientos y los recuerdos malos desaparecen y lo único que queda en mi mente es Jonas, sus besos, su cuerpo, su sonrisa, todo. No encuentro las palabras adecuadas para describir lo que siento por él. No hay manera de hacerlo. Me enloquece y me consume lo que tenemos. Estos días sin verlo fueron una tortura y en lo único que pensaba era en como estaba, que estaba haciendo, y sobre todo, si me extrañaba.

BROOKLYN.Where stories live. Discover now