De donde vengo

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     El resto de la semana pudieron aparentar de nuevo que todo estaba bien. Continuaron con su rutina familiar, ir a la escuela, al trabajo de sus padres, estudiar, ayudar con el trabajo, hacer tareas escolares y domésticas, sí, aparentaron a la perfección que la consciencia no les estaba matando.

Cada vez se convencían más de que era una pésima idea ocultárselos a sus padres, era evidente, pero Yoongi se recordaba a él y a todos que estaba seguro de que si les decía se iba a ir para atrás, no querría ir a buscar a las mujeres y ese no era el plan, quería ser capaz de enfrentar algo tan grande sin la ayuda de sus padres, estaba seguro de que eso demostraría que había alcanzado cierto grado de independencia y autonomía.

Yoongi asintió en silencio al repetirse que todo iba a estar bien en su mente, sobresaltándose porque el ruido de la puerta deslizándose le sorprendió –Primera parada, gaviotas, ¿Trajiste tu botella de agua Jungkook? –preguntó Namjoon volteándose en su asiento para ver a su hijo con ropa deportiva asentir mientras levantaba una botella color negro, batiéndola para que se escuchase que tenía agua dentro antes de meterla a su bolso.

-Sí, ¡Ya me voy! –Jimin ya se había bajado, esperando a que su hermano menos se bajara del carro para él regresar y cerrar la puerta. Llevando una mochila donde cargaba sus tenis, bloqueador, ropa extra y otras cosas que sus padres y entrenador le hacían llevar, se despidió de su familia con un movimiento de mano antes de dirigirse a paso lento a las canchas, más lento del que acostumbraría.

Por dentro, solo rogaba que se marcharan ya, porque si el entrenador lo veía y notaba que se escapaba del entrenamiento, llamaría a sus padres para notificarles de eso. Sin embargo, si faltaba sin más simplemente se ganaría un castigo para el siguiente entrenamiento.

El adolescente de 15 pudo sentir el dolor que cargarían sus piernas cuando le pusiera a correr 50 vueltas a la cancha, pero se forzó a pensar que valdría la pena si ayudaba a su hermano.

Se pisó el acetato a propósito para deshacer el nudo de sus cintas, agachándose para tener tiempo. Se fijó levemente detrás suyo, notando que el automóvil no se había movido ni un poco, sus padres le miraban para asegurarse de que entrara al enrejado.

Hizo un puchero, volviéndose a parar para seguir caminando hacia el lugar, pensando en qué excusa podría inventarse para que el entrenador no llamara a sus padres si desaparecía de la nada. Un milagro apareció entonces, o eso vio Jungkook.

-¡Hola! –Yugyeom le empujó levemente al llegar con él- ¿Y esa cara? ¿Por qué caminas tan lento?

-Hola Yugyeom, ¿Te llegó mi mensaje? –ambos se detuvieron, el menor entre los dos frunciendo el ceño y bufando antes de hincarse para abrir su gran mochila y buscar el móvil. Jungkook sonrió al ver que sus padres saludaron de lejos al de Yugyeom y arrancaron, marchándose y dejando de ver a los adolescentes.

-¡No me ha llegado nada! –mostró el teléfono sin ningún mensaje recibido. Jungkook le dedicó una gran sonrisa.

-Genial, porque no te había mandado nada –antes del reclamo por parte de Yugyeom, Kookie continuó diciendo-. Escucha, tienes que ayudarme, ayudarnos. Hyung va a venir por mí y vamos a irnos juntos, no entraré al entrenamiento, así que cuando el maestro te pregunte solo dile que no me viste, y no sabes por qué no fui.

-No me va a creer, idiota, tú y yo hablamos todo el tiempo y él lo sabe. –le recordó guardando sus cosas de nuevo para cerrar la mochila.

-Por eso, sabrá que me estás encubriendo en algo y no dirá nada, si le dices que me enfermé o algo así se verá más sospechoso y va a llamar a mis padres. –Gyeom escuchó bufando al final, fijándose en la calle y luego a la cancha.

Cosas De Adolescentes - NamjinWhere stories live. Discover now