Extra #5

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"Luego de tanto llanto"

     Había pocas cosas que el niño disfrutara tanto como dormir. Era verdaderamente relajante estar acostado recibiendo caricias en la espalda, suaves y delicadas, a veces apenas sintiéndolas antes de dormirse, cayendo directamente a un mundo donde soñaba cosas mucho mejores de las que vivía y sentía.

Por eso cuando abrió sus ojos y se encontró con el zorro de peluche, ese que le obsequió su abuela recientemente sin saber que era un modo de brindarle consuelo cuando se hallara solo, prefirió no levantarse. Yoongi tomó el peluche y lo observó antes de fijarse a su alrededor, en ese lugar que era su casa.

No era consciente de lo pequeño que era el espacio, no después de haberse criado ahí desde prácticamente el principio. El tejado de lámina tenía más hoyos ese año, lo que significaba que apenas empezaran las lluvias, más goteras aparecerían, la ventana tenía una cortina que ya se había rasgado por su culpa al jugar, algo de lo que se arrepentía mucho pues su abuela le dio un severo regaño, la puerta se había enchuecado por tanto años, y la cama ya no era tan espaciosa para él y la mujer mayor. Yoongi se sentó mirando todo con desinterés, al menos así fue hasta que se dio cuenta de que había un pequeño cuerpo recostado a su lado.

Su hermana estaba despierta, haciendo un puchero y removiéndose notablemente incómoda.

Pensó que quizás estaba incómoda por la almohada que sostenía su cabeza, así que la movió un poco provocando que ella volteara en su dirección, acrecentándose su puchero antes de empezar a llorar. Esa acción alarmó al infante de dos años, se levantó sin ponerse sus zapatos, caminando por sobre el piso de cemento hacia la puerta que empujó frunciendo el ceño por la luz solar que enseguida golpeó su rostro.

Pero no le importó, el niño bajó el par de escalones buscando a la mujer mayor -¡Abuela! –gritó volteando a un lado y al otro, reconociéndola entre otras mujeres que estaban sentadas en banquitos, con uno que otro hombre acompañándolas, todos con botella en mano, riendo, incluso una bailaba en medio siguiendo el ritmo de los aplausos- ¡Abuela Yang! –gritó su nombre, una de las primeras palabras que aprendió a decir, aun antes que omma y appa.

-Hey, Yang –le codeó el hombre a su lado-, tu nieto despertó.

Ella levantó la cabeza interrumpiendo su carcajada, viendo al niño que se acercaba corriendo descalzo -¡Alto, Yoongi! –se puso de pie dejando su botella, escuchando risas de sus amigos mientras ella caminaba hasta el pequeño que se detuvo. Llegando con él, le tomó con algo de fuerza el brazo- ¡Te he dicho que no salgas descalzo de casa!

-¡Llora mucho! –explicó dejándose jalar por la mujer, algunas veces ella tiraba más para que no tocara el suelo, lastimándole- ¡Mi hermanita!

No lo dejó en el suelo hasta que estuvieron dentro de su hogar, entonces se agachó un poco para cargarlo por debajo de los hombros y regresarle a la cama. Ella suspiró sentándolo y revisando primero sus pies, buscando alguna herida en la suciedad que manchaba su piel, pero no, no había nada por qué preocuparse aparte de lavar sus pies.

-Yoongi, no salgas, ¿Se te olvido que te cortaste con un cristal cuando eras más pequeño? –el niño no respondió, pues realmente no lo recordaba. Claro que no lo iba a hacer, fue de esas primeras veces que vinieron luego de que sus padres les dejaban para irse al trabajo, cuando recién estaba aprendiendo a caminar.

Yang suspiró y se levantó para cargar a la niña, la pequeña lloraba fuertemente, desesperada y su llanto solo aumentó cuando fue levantada –Llora mucho. –repitió Yoongi, hincándose en la cama cuando vio a la mujer mayor sentarse, meciendo a su nieta, cantándole mientras buscaba consolarle.

Cosas De Adolescentes - NamjinWhere stories live. Discover now