Capítulo 44

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En la mañana siguiente Stiles y el Sheriff se encontraban sentados en la mesa mientras desayunaban el típico desayuno americano; tostadas con mantequilla, huevo, tocino y jugo de naranja.

—Derek está tardando en bajar ¿No crees?

—Supongo. —Respondió Stiles antes de engullir una de las tiras de tocino de su plato.

—Buenos días, Sheriff. —Saludó el pelinegro al llegar y lo primero que agarró fue el vaso con jugo para beberlo hasta la mitad. Seguido de eso, con la otra mano comenzó a levantar su plato.

—¿No te sentarás con nosotros? —Preguntó el sheriff mientras fruncía el ceño.

—No, yo comeré en mi habitación si no le importa. Pero primero, iré a servirme más jugo. —Aquellas fueron sus últimas palabras antes de encaminarse en dirección a la cocina.

—¿Algo pasó entre tú y Derek?

—No. —Respondió Stiles enseguida. —¿Por qué lo preguntas?

—Pues no te saludó. No quiere comer con nosotros y... he notado que estos últimos días han actuado extraño, no soy estúpido, Stiles, me doy cuenta de las cosas.

—Si no fuese así no fueses el sheriff de la ciudad. —Mencionó con un poco de humor que al parecer no contagió a su padre. —No pasó nada malo entre Derek y yo. En serio.

—Está bien, si no me quieres decir no te puedo obligar. Pero deberías hablar con él, no quiero que las cosas sean como al inicio, creí que habían dejado eso atrás.

Stiles se quedó pensativo mientras le daba una mordida a su tostada y luego se colocó de pie. Caminó hasta la cocina y entró en la misma. —Hola, Derek.

—Hola. —El ojiverde cerró el refrigerador y luego comenzó a caminar hacia la salida, como siempre lo hacía cada que estaba en el mismo lugar que el castaño y este usualmente lo dejaba irse, pero no en esta ocasión.

—Espera. —Se mordió son suavidad el labio inferior al ver que lo había escuchado y se había detenido. —¿Cómo estás?

—Bien.

—¿No te darás la vuelta?

Derek se quedó estático un par de segundos antes de darse la vuelta lentamente, manteniendo la vista en otro lugar. —¿Tienes algo que decirme?

—Debemos hablar.

—No hay nada de que hablar, Stiles.

—¿Te cuesta mucho mirarme a los ojos? —Tras aquella pregunta Stiles notó como Derek bajaba la mirada al suelo, y luego la subió y se encontró con la del castaño. Pero tras solo un segundo volvió a desviarla tras un pestañeo.

—Stiles ahora mismo no tengo tiempo. Debo desayunar y luego irme.

—Tu turno empieza en unas cuantas horas.

—No hoy. —Derek se volvió a dar la vuelta, caminando fuera de la cocina para luego dirigirse a las escaleras y así subir hasta su habitación.

Stiles bajó la mirada mientras fruncía los labios con un poco de fuerza, sintiendo luego como una lagrima escapaba de su ojo derecho y rápidamente la limpió, no lo podía creer, nuevamente estaba llorando por él.

***

Derek finalmente había llegado hasta la heladería, muy temprano para el turno que empezaba en varias horas y tuvo que esperar que transcurrieran, por suerte tenía su libro y se pudo entretener leyendo el mismo, aunque el tema de Stiles no abandonaba su cabeza desde que había estado con él. Nuevamente el momento se repetía una y otra vez en su cabeza, aunque quisiera pensar en otra cosa, aunque quisiera distraerse, el recuerdo del castaño no abandonaba su mente.

Finalmente notó como todos sus compañeros comenzaban a llegar, uno tras otro que lo saludaba y luego iban a colocarse la camisa con el logo del lugar para ir a sus puestos de trabajo a esperar que el local decidiera abrirse al público, pero hubo una chica en especial que decidió hablar con Derek.

—Oye, llegaste temprano ¿No?

—Hola, Braeden. Sí, sí, llegué muy temprano ¿Cómo estás?

—Muy bien, pero no sé si se pueda decir lo mismo de ti. Estos días has estado un poco apagado y distraído ¿Seguro que todo está bien?

Derek pareció dudarlo, pero luego entrecerró los ojos. —¿Por qué eres tan agradable conmigo, Braeden? —Desde hace un tiempo había notado como la morena era demasiado amable con él y se preocupaba sin razón alguna por el pelinegro, tanto así que hasta la había utilizado para decirle a Stiles que tenían algo, aunque fuese mentira.

—No lo sé. Solamente pienso que eres una buena persona ¿Eso te molesta?

—No, claro que no. —Derek negó ligeramente con la cabeza para luego dedicarle una sonrisa. Miró hacia los lados y luego la tomó de la muñeca para ir con ella hasta el almacén.

—¿Que hacemos aquí? —Preguntó mientras fruncía el ceño.

—Braeden, mi nombre es Derek Hale. —Confesó, pues ninguno ahí conocía su apellido. No pensaba decírselo a nadie, pero en ese momento necesitaba a alguien con quién hablar y pensó que ella podía ser una buena opción.

—¿Hale como los...

—Sí. Yo fui el único sobreviviente de ese incendio. Luego de eso... hice cosas que no debí haber hecho y ahora tengo problemas legales. La patrulla en la que siempre me voy me custodia, para que no me vaya a escapar. Quizás piensen que es algún familiar, pero no es así.

—Entiendo, pero... ¿Es eso lo que te tiene así?

—No. No estoy en la cárcel porque estoy viviendo con el sheriff y él tiene un hijo que... es el único amigo que tengo. Sólo que últimamente tengo este sentimiento sobre él que... él y yo... es un poco complicado.

Braeden frunció el ceño un poco confundida, pero supo reconocer un poco la confusión de Derek. —¿Él te gusta?

—No. —Respondió instintivamente. —Es decir, no... pero, tal vez. No lo sé, Braeden, esto es difícil.

—Oye, calma. —Dijo pacíficamente mientras lo tomaba de las manos. —Sé lo que sientes, pasé por lo mismo la primera vez que me gustó una chica.

—Tú... ¿Eres...?

—¿Lesbiana? Sí. Estás confundido, esto es algo totalmente nuevo para ti y eso está bien.

—Pero yo no soy...

—Alto. No es necesario que te coloques una etiqueta. El amor no se debe etiquetar de ninguna manera.

—Entiendo. —Derek asintió lentamente y volvió a sonreír.

—Ahora lo que necesitas es un poco de tiempo. Pensar en lo que sientes, en cómo te sientes y llegarás a un punto en el que te sentirás cómodo contigo mismo. Escojas la decisión que escojas estará bien y nadie debe presionarte... y sí ese chico del que me hablas no entiende eso, entonces no es el indicado para ti

—Muchas gracias, Braeden, me alegra haber podido hablar con alguien.

—Fue un placer para mi. Y oye, tu secreto está a salvo conmigo, no te preocupes. Ahora ándando, que seguramente ya abrieron al público.

Living with a stranger || SterekWhere stories live. Discover now