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Busán, Corea del Sur

Jimin estaba teniendo problemas para sobrellevar la invasión de Min Yoongi en su hogar, porque, por muy sobrino que fuera de su abuelo, aquella casa en la montaña había su hogar por siete largos años. Así que sí, incluso si era infantil de su parte, Jimin lo contaba como una invasión. Además, Yoongi era muy extraño en su forma de ser. El rubio había esperado que durante la noche saliera a hablar con su abuelo o que comiera la cena con ellos, pero no. Después de que Jimin organizara la habitación en la que se quedaría, el alfa joven desapareció dentro de ella y no apareció sino hasta la mañana siguiente cuando bajó a tomar desayuno, uno que obviamente Jimin había tenido que preparar.

Eso, por supuesto, no hacía que el ánimo del beta mejorara. De hecho, se sentía lo suficientemente enfadado con el abuelo Min como para montar un escándalo ahí mismo, Min Yoongi o no. No obstante, sabía también que no se podían fiar de su sobrino, porque solo bastaba una denuncia para que a un beta se lo llevaran a la cárcel -en el mejor de los casos- así que trató de comportarse lo mejor posible, como creía que lo haría un beta con manada. Lamentablemente para él en ese momento, Jimin jamás se había comportado como uno y, a pesar de que solía visitar a Hyuna con frecuencia (que pertenecía la manada de los Jeon) con frecuencia, su forma de vivir estaba bastante alejada de la de ella.

Yoongi apareció cuando la mesa ya estaba servida, con té humeante y arroz en los platos y verduras cocidas en la mesa. Llevaba el pelo húmedo, estaba igualmente vestido de negro, pero esta vez se veía un poco menos pálido que el día anterior. Dormir tenía que haberle hecho bien.

—Eso huele bien—dijo el joven al sentarse. El abuelo Min, que ya estaba sentado y casi terminando su arroz, solo rezongó por respuesta. —Espero que tu beta cocine bien, tío, no he comido bien en días. El viaje resultó más largo de lo que esperaba, así que mi estómago necesita una comida que no sean frutas o semillas.

El abuelo soltó una risa seca, tomando el periódico que estaba puesto en la mesa y echándole un vistazo. A pesar de estar en la montaña, el abuelo pagaba a un chico para que fuera a dejarle periódicos una vez a la semana.

—Nadie te pidió que te murieras de hambre para venir aquí, mocoso—puntualizó el abuelo.

Yoongi observó la cara de su tío desaparecer detrás del periódico con una mirada atenta, pero no dijo nada. En cambio, comió del arroz que estaba frente a él, haciendo un ligero sonidito de gusto. Jimin, en tanto, no podía creer que tuviera que estar de pie a un lado de la mesa, esperando que el estúpido alfa le diera alguna orden. Sí, él era un beta, pero había dejado la vida de esclavo mucho tiempo atrás y no podía entender como toda una raza era capaz de soportarlo. No llevaba ni diez minutos ahí de pie y ya estaba odiando absolutamente todo. Ni siquiera había podido tomar su desayuno de forma agradable (amaba sentarse a la mesa para comer), sino que había tenido que irse a la cocina y comer de pie mientras cocinaba. Todo porque su abuelo Min le había dicho que no se expusiera más de lo necesario. Argh.

—¿Sabes que la empresa de papá ha estado negociando con los ingleses, tío Min? —preguntó el alfa joven pasado un rato de incómodo silencio—. Estoy seguro de que mamá debe haberte enviado alguna cosa sobre eso, no ha parado jamás de escribirte cartas. Todos los meses, muchas cartas. Es curioso que nunca reciba respuesta...—murmuró, extendiendo una mano para oler los brotes de soja que había en uno de los recipientes.

El señor Min reacomodó el periódico entre sus manos y cambio de página sonorosamente, fingiendo estar muy interesado en lo que leía. No obstante, respondió:

—No vas a hacerme sentir culpable con eso, mocoso. Ya va siendo hora de que lo entiendas.

Yoongi asintió con la cabeza.

The scent of your skin || Omegaverse || Taejin-YoonminWhere stories live. Discover now