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Busán, Corea del Sur

Jimin se sentó de golpe en el sofá al ver al alfa frente a él.

El libro cayó pesadamente al suelo, con un sonido sordo debido a que la alfombra amortiguó el golpe. La lamparilla de gas que había encendido para poder leer con tranquilidad crepitaba suavemente, pero el sonido que Jimin más escuchaba era el de su propio corazón latiendo desbocado en sus oídos. Sentía mucho miedo. ¿Era aquí cuando su vida acababa? Tragó saliva temblorosamente y guardó un nervioso silencio.

Yoongi le observaba con una expresión tan fría que a Jimin se le helaron los huesos.

Jimin no sabía realmente cómo eran los betas con los que el alfa solía desenvolverse. El rubio nunca había actuado como un beta normal, si es que podía llamárseles de esa forma. El alfa muy probablemente, conocía solo a betas que no sabían leer, sumar ni restar. Hyuna, por ejemplo, su amiga que vivía en la manada de los Jeon, no sabía nada de eso. Lo que era triste porque, a pesar de que Jimin quisiera escribirle cartas a su amiga, ella no podía leerlas.

Entendía la mirada que Yoongi le estaba dando. Para él, un beta no podía estar sentado con tanta libertad en un sillón que supuestamente pertenecía a su amo.

Y la lectura era otra cosa completamente distinta.

Un silencio alargado hizo que a Jimin se le pusiera la piel de gallina. ¿Yoongi sería de esos alfas que mataban a sus betas a sangre fría? Realmente esperaba que no.

No esperaba mucho más en ese momento que permanecer con vida.

Yoongi caminó lentamente hacia Jimin y este último hizo ademán de ponerse de pie.

—No te muevas—dijo el pelinegro con una voz tan grave y fría que sería capaz de cortar hielo. Jimin obedeció, volviendo a sentarse y apretando las manos sobre sus muslos—. ¿Hace cuánto tiempo sabes leer? —Jimin no pudo responder, aunque quisiera. Su cuerpo temblaba y su voz no funcionaba. —¿Perdiste la lengua? —preguntó Yoongi con acritud.

Jimin tuvo que tragar saliva antes de ser capaz de contestar con apenas un hilillo de voz:

—El señor Min me enseñó a leer.

La mirada de Yoongi se tornó sombría.

—Supongo que debía esperarlo de un alfa como él—contestó Yoongi, con una mueca.

Jimin recuperó un poco de su valentía al notar que había una ofensa implícita hacia su abuelo.

—El señor Min ha sido un buen amo—dijo el rubio, como si eso ayudara a la situación, pero solo ayudó a que el alfa más joven se tornara aún más sombrío.

Yoongi rodeó el sofá que estaba frente a él y se puso peligrosamente frente a Jimin.

Este último bajó la mirada, como pensaba que lo haría un beta.

Estaba asustado.

—No te atrevas a hablarme—sentenció el alfa con su voz ronca y fría—. No quiero escuchar ninguna palabra más que provenga de ti. Recoge ese libro y vete de aquí. Si vuelvo a verte en la biblioteca, yo mismo te azotaré tantas veces que no serás capaz de volver a caminar en días, ¿me entendiste?

Jimin bajó la vista de inmediato. ¿Azotarlo? ¿Min Yoongi provenía de ese tipo de manada? ¿Esto es lo que los betas tenían que vivir? ¿Esto era a lo que realmente estaba destinado como beta?

Pese a su confusión, no quiso tentar más a la suerte. Recogió el libro con premura y antes de que Yoongi pudiera decir algo más, Jimin salió corriendo de la habitación.

The scent of your skin || Omegaverse || Taejin-YoonminWhere stories live. Discover now