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Seokjin comenzó a sentir el alboroto en Busán desde muy temprano en la mañana.

Era un secreto a voces que llegarían algunos alfas y betas desde Seúl. Los liberales en el parlamento estaban llevando a cabo una campaña para pasar proyectos abolicionistas al Senado. Era una idea que al principio a todo el mundo le parecía disparatada (¿por qué los alfas con más dinero en Corea querrían liberar a todos sus esclavos?), pero a medida que avanzaba el tiempo y se acercaban las elecciones de Primer Ministro (donde obviamente solo votaban los alfas) la idea iba tomando más fuerza y se hacía cada vez más popular entre aquellos alfas que no podían costear esclavos. Además, los liberales promovían la idea de que los alfas ilustrados pondrían la libertad de las personas por encima de todo. Ideas que para los conservadores eran más bien escandalosas. Seokjin había leído aquello en el periódico y, a pesar de todo el revuelo, todos los días una llamita de esperanza se encendía en su interior.

Si la ley pasaba, significaría que Taehyung pronto podría volver a casa.

Aquello le alegraba y le ponía nervioso a partes iguales. Había noches en las que se quedaba despierto hasta bien entrada la madrugada pensando en qué se encontraría cuando Taehyung volviera.

¿Encontraría a un beta distinto?

¿Seguiría enamorado de él?

Había demasiadas aristas que contemplar, puesto que, aunque Seokjin sintiera que Tae era cercano, la separación ya se había prolongado por siete años. Seokjin temía seguir enamorado de la idea que tenía del beta. De la misma forma en que le asustaba que Taehyung se encontrara con él y decidiera que eran demasiado distintos, que habían cambiado demasiado como para estar juntos.

Por otra parte, las y los omegas del pueblo siempre miraban a mal que Seokjin aún estuviera soltero. Incluso su jefe le había comentado alguna vez que sería bueno que buscara a un buen alfa para casarse con él, porque las habladurías afectaban el negocio y sobre todo por Seokjin se merecía a alguien que cuidara de él, se merecía tener una pareja y cachorros saltando por todas partes. Sin embargo, el omega continuaba esperando, como aquella Penélope de la que Jimin le había hablado. Taehyung se había lanzado a una odisea de siete largos años, pero Seokjin le continuaría esperando. No quería echar por la borda los sueños que tenían para ambos, quería ser fiel a esos deseos, por más infantiles que pudieran resultar.

No obstante, no todo había sido color de rosa en esos siete largos años. Pasar los celos en soledad siempre era difícil y tener que encerrarse en la tienda sin nadie que pudiera calmarle era doloroso. Jimin incluso alguna vez había insinuado que Taehyung le entendería si buscara a alguien. Pero incluso en esos momentos, su mente vagaba a la sonrisa cuadrada de aquel beta de piel dorada, a ese adorable lunar en su nariz, a sus manos grandes que alguna vez le agarraron las caderas con fuerza mientras le llenaba de placer.

Los recuerdos le ponían nervioso. Le ponía los pelos de punta tener que reconocer que últimamente vivía de los recuerdos de un amor que había sido muy intenso y maravilloso para él. Era como aferrarse al pasado con garras y dientes sin tener la certeza de que fuera a haber un futuro. Taehyung era la persona a la que él más amaba en la vida, pero... ¿qué pasaría cuando volviera? ¿Tendrían que conocerse de nuevo? ¿Sería tan diferente como para sentir que no podría volver a enamorarse de él? ¿Qué tal si donde Taehyung estaba había betas tan hermosos y hermosas que Seokjin quedara relegado a un buen recuerdo del pasado?

Esos pensamientos le atormentaban muchas noches, sufriendo ante la incertidumbre de estar perdiendo años en alguien que -era una posibilidad- ya no le quisiera como antes cuando volvieran a encontrarse. En aquellos siete años, Tae solo había vuelto dos veces y de la última vez ya hacían tres años.

The scent of your skin || Omegaverse || Taejin-YoonminWhere stories live. Discover now