Morrita

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"Vamos, esto no puede ser difícil, sólo eres tú con la mujer más hermosa que has podido conocer, en tu apartamento a solas... ¡¿SOLAS?! Contrólate saquito de huesos... contrólate...", se demandaba Juliana mentalmente, quedando inmóvil luego de cerrar la puerta de su apartamento, quedó pegada al pomo por unos segundos, hasta que escuchó una voz.

—¡Juliana! ¿Te sucede algo...? –pregunta Valentina, al notar que luego de ojear el recinto de la morena, esta no se acercaba a ella.

—No, disculpa. Estaba pensando que no alcanzamos a cenar –mintió–, podemos pedir tacos de tripa –dijo bromeando pues sabía que, de solo escuchar el nombre, su exquisita visita iba a oponerse rotundamente, camino hacia la sala dejó sus pertenecías sobre el sofá, y se detuvo al lado de la ojiazul, reteniendo sus ganas de reír–, te van a encantar. –acotó atenta a la mirada absorta de su acompañante.

—¡Eh! Creo que no tengo apetito. –trató de disimular. "Por Dios eso suena como a mi reclusión inmediata en el hospital por peripecia estomacal", pensó, pasando saliva ante la sola idea. Pero su estómago rugió, "Traidor", le dijo.

—Pues eso no es lo que piensa tu estomago –se burló, soltando una carcajada–, tranquila sólo era una broma. No te voy a ofrecer tacos de tripa... –la miró– Por ahora eh.

—Gracias, en realidad no estoy familiarizada con la comida típica de acá. Te pido me disculpes. –fue sincera.

—¿Siempre eres así? –se para frente a la ojiazul buscando su mirada, estaban en medio de la sala, Juliana quedó perdida de nuevo en aquellos ojos azules, dibujando de inmediato una sonrisa.

"¡Dios que hermosa sonrisa!" se perdió en ella Valentina, estaba segura que la morena le había llamado la atención, por aquellos ojos oscuros adornados por las más hermosas y perfectas pestañas, y ahora con su sonrisa sublime, era, sin dudarlo, mejor que cualquier lienzo de arte que haya podido apreciar en su vida. —Es hermosa... –se le escapó.

—¿Ehm?

—Tu sala... –dejó escapar al sentir sus alarmas encender, desvió la mirada y avanzó para ocultar el sonrojo que sus mejillas encendidas le advertían.

—Ah... ¡Gracias! Todavía me siento muy complacida porque aceptaras mi invitación, ya te termino de mostrar mi humilde aposento –trataba de borrar su sonrisa, pero no podía, caminó para disimular en busca del teléfono–. Pero primero, ¿te parece bien pizza y cerveza? –propuso con entusiasmo.

Valentina lo pensó, jamás había probado a la vez semejante dueto.

—¡Genial! –respondió ante la mirada entusiasta de la morena– Pero por favor, sin picante y que tenga maíz mi parte. –se atrevió a demandar. "Vamos amiguito, no puede ser tan mala la combinación...", animó a su estómago.

Luego de unos minutos y de recorrer el apartamento, uno amplio, pero muy modesto, que la morena había podido adquirir con mucho sacrificio, ubicado en una zona muy acogedora de CDMX; permitía apreciar desde el piso veinte en el que quedaba, las luces nocturnas de la ciudad que cautivaron sus miradas.

Valentina se perdió en aquel panorama, recordando una vez más su realidad, de la cual notó se había olvidado agradablemente estando al lado de aquella mujer, la que estaba allí a su lado, apreciando el paisaje con ella. No podía descifrar lo que causaba en ella, era como un sentimiento de confianza, de frescura, de libertad, que sin lugar a dudas nunca había experimentado, todo a la vez en una sola persona.

Sonó el timbre, la cena había llegado. Caminaron a la sala, y por más que Valentina se ofreció a pagar la morena no la dejó, pues era su invitada. Se sentaron a comer en el sofá en L que estaba en el living, pusieron música y seguían platicando.

Destiny Blue (Terminada)Where stories live. Discover now