El destino y sus tretas, nos llevaran a esta historia fascinante de amor, de dos almas completamente distintas, pero necesitadas de vivir, de aprender y de amar.
Encontrar la razón de todo lo orquestado durante sus vidas para darle sentido, aunque t...
—¡Te amo! –exclamó con una enorme sonrisa, se acercó a ella la abrazó del cuello y la besó. Valentina estaba muy emocionada por la canción que le acababa de cantar su hermosa novia. Ambas estaban de pie y siguieron el ritmo de la canción que siguió. Estaban envueltas en un halo de romanticismo.
Habían tomado la tarde de su último día en Barcelona para tomar vino, probar quesos, disfrutar de bocadillos, bailar y cantar. Estaban en la sala de la casa, frente a una pantalla inmensa escuchando las melodías que escogía una por turno, porque en un determinado momento de la velada las canciones pasaron de ser un playlist random a una selección de cada una dedicada a la otra; en la pantalla se proyectaba el vídeo oficial o con la opción de karaoke para cantar si era la opción, o simplemente oírla y disfrutarla con besos y/o bailando.
La canción que le había terminado de dedicar la morena era One and only de Adele, la letra tenía a la ojiazul a punto de llorar; el vino iba con sus estragos, y es que iban dos botellas del preferido de Valentina.
—Para mí también eres única –recalcó la rubia con otro beso y abrazada a ella–. Aunque me hayas hecho cocinar... –reclamó con fingida irritación.
—¡Eso no fue cocinar!, amor –refutó Juliana–. Saliste de la cocina apenas sentiste el calor de la hornilla. –terminó sustentando el detalle de su fallido intento.
—¡Rayos!, vamos a dejarlo como mi primer intento, aunque sea... –rebatió.
—Tranquila –suspiró–, que me conformo con el hecho de que aprendiste a usar la lavadora y que ya haces la cama sin necesidad de pedírtelo. –susurró Juliana cerca de sus labios y le acaricio la nariz con la suya.
Valentina rió con diversión y la besó. Mientras, repasaba lo hermoso que había sido la estancia allí, Juliana se dio a la tarea de enseñarle a hacer cosas propias del hogar... En su vida se imaginó ¡lavando un baño o su ropa!, y ahora ya era una experta en sistemas de lavado eficiente, según lo que ofrecía el equipo de última tecnología que había a su disposición; estudió los manuales googleando. Igualmente había procesado la forma de acomodar la cama cada vez en tiempo record, aprovechando cuando la morena entraba al baño se retaba, esforzándose en cuidar cada detalle en el menor tiempo posible. Hasta se podría decir que creó un sistema eficaz de tendido, que le cansaba menos y le reconfortaba más por los resultados.
"Me encantas Juliana Valdés, todo de ti... aunque me hayas hecho meterme en la cocina... ¡¡¡A mí...!!! Eso fue como un atentado...". Detuvo el beso.
—¿Más vino? –propuso. Decidió cambiar de tema, aunque le gustaba el giro que estaba dando su vida junto a la morena y, entendiendo su clara intensión de distraerla, lo cual agradecía una enormidad, quería continuar la velada. En su mente procesaba qué canción seguirle a la melodía tan hermosa que le habían dedicado.
Era muy difícil superarla.
Juliana sirvió más vino y buscó otra tanda de bocadillos mientras observaba como la rubia hacia su selección. La admiraba de una manera profunda, "Saquito de huesos están perdidos, ya no son míos, le pertenecen a esa preciosura esculpida por dioses griegos...", pensaba viendo a una Valentina ajena a todo, más hermosa en cada segundo que pasaba.
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